Evolución de las comunicaciones móviles
Auro Artom
Ingeniero de Telecomunicación
Consejero de la A.E.I.T. (Associazione italiana di elettrotecnica,
elettronica, automazione, informatica e telecomunicazioni)
Ex-directivo de Telecom Italia
El 16 de octubre de 2013 la Sección de Turín de la Associazione italiana di elettrotecnica, elettronica, automazione, informatica e telecomunicazioni (AEIT) organizó el Congreso sobre “Evolución de la telefonía movil desde la era analógica a la era digital” a fin de ilustrar de forma sencilla y comprensible a un público no experto, qué hay detrás del teléfono móvil, cuáles son las tecnologías utilizadas, cuáles las implicaciones socio-económicas, cómo será el futuro. El interés suscitado por este congreso, en el que han participado activamente el Politécnico de Turín, el regulador nacional AGCOM, el Instituto Superior Mario Boella, Telecom Italia, el operador movil La3, el Instituto de Formación Superior Amedeo Avogadro de Turín, ha recomendado al Comité de Redacción dedicar a este tema un foco de la Revista AEIT con las contribuciones de los relatores, que a tal fin han ampliado el título a “Evolución de las comunicaciones móviles desde la era analógica a la era digital”.
El tema es de gran actualidad puesto que el advenimiento de la telefonía móvil, ya sea comunicación móvil (en el que la voz no es nada más que un solo componente) está transformando el mundo. Para centrar el impacto sobre el comportamiento de los individuos o de sus actividades puede ser útil una breve disgresión histórica por los “inventos de difusión universal en las comunicaciones” que nos han precedido.
El primer invento significativo lo representa el telégrafo eléctrico (1837) que permitió la transmisión a gran distancia de las señales a la velocidad de la luz (300 000 km/s aproximadamente) en vez de a la velocidad del caballo (unos 30 km/h). La cantidad de información por unidad de tiempo transmitida era modesta (100 caracteres por minuto equivalentes a unos 10 bit/s para un buen telegrafista de Morse) pero la extraordinaria velocidad de transmisión permitió una gran aceleración en los procesos decisorios en los ámbitos político, militar y financiero. Con el telégrafo eléctrico la velocidad de propagación de la señal alcanza el máximo posible; no así la velocidad de transferencia de la información que se ha multiplicado por 109 desde la primera línea telegráfica al día de hoy, gracias al desarrollo de nuevos portadores (fibra óptica) y de técnicas sofisticadas de multiplicación y modulación de las señales.
El segundo invento es el teléfono que, con la misma velocidad de transmisión del telégrafo, permite trasladar una cantidad de información diez veces superior, aproximadamente 1000 caracteres por minuto para un hablante medio.
Sucesivamente han seguido numerosos inventos: radio, televisión, fax, transmisión de datos, internet y, finalmente, las comunicaciones móviles, cuyo terminal de usuario es hoy un comunicador móvil: es ya una prótesis necesaria para suministrar y recibir “información”, alimento indispensable de la sociedad moderna, como la maza era la prótesis necesaria para conseguir carne, alimento fundamental del hombre primitivo.
El tránsito de las redes móviles de telefonía a comunicaciones es parecido a la suma, en la red “fija”, de la transmisión de datos a la voz de los primeros cien años, pero con una diferencia sustancial en la rapidez de la evolución. En la red fija la significativa transformación de arquitectura, de aparatos, de redes y de terminales ha permitido unos ciclos de vida más bien largos, con fácil adaptación de los usuarios y de la programación por parte de los operadores y de los fabricantes, mientras que en las comunicaciones móviles el ciclo de vida de las redes y sobre todo de los terminales ha disminuido drásticamente; en veinte años se han sucedido cuatro generaciones de sistemas de móviles con prestaciones siempre más evolucionadas e introducción de nuevos terminales, para gozo de la industria (y de los nativos digitales) más en sintonía con la evolución tecnológica y los estados de ánimo del mercado que con el llanto de los menos dotados (y de los no-jóvenes).
Es impresionante el ritmo de crecimiento de los terminales de usuario y de las “aplicaciones”, las llamadas app, alojadas también en una “nube” virtual. Agunos datos dan una idea de las dimensiones del fenómeno: en Italia los terminales móviles eran 42,2 millones en el año 2000 y 97,5 millones en 2013, un crecimiento del 131%; en el mismo período los usuarios de la red fija han pasado de 24,5 millones a 21,6 millones, una disminución solo del 12% porque muchos han mantenido la línea física para el acceso a internet; de hecho los minutos cursados al año en voz sobre la red fija han disminuido otro 50% (de 177 a 78 mil millones) frente a un crecimiento del 200% en la red móvil (de 46 a 142 mil millones). El tráfico de datos sobre la red móvil desde el año 2006 (comienzo de la difusión en masa del “smartphone”) al 2012 ha pasado de 2.000 a 250.000 TB. De estas cifras se desprende que cada italiano al día telefonea durante 10 minutos e intercambia 11 MB de datos.
A nivel mundial se estima que hay cerca de 7mil milones de terminales, en China aumentan unos 30 millones al trimestre y en Corea del Sur los sustituyen cada seis meses (dos años en EEUU) para no renunciar a las nuevas prestaciones ofrecidas (en parte lúdicas): una forma de dependencia que puede desencadenar crisis de abstinencia por carencia de “aplicaciones”.
A nivel socio-económico todo esto arroja luces y sombras; los ejemplos siguientes pueden ser significativos.
El ciclo de la vida cada vez más breve crea problemas importantes de eliminación de residuos (en los EEUU se desguazan 285.000 terminales al día, cifra que exige una organización seria del proceso). La presencia en el mercado de numerosos operadores implica una necesidad de reglamentación que en Italia ejerce el regulador nacional AGCOM, cuyas medidas han permitido entre otras una drástica disminución de la tarifa de terminación de llamadas (desde la red del llamante a la red del destinatario): en el año 2005 era de 12-19 céntimos de euro por minuto y ahora está unificada en 0,98 céntimos de euro por minuto. Las importantes ventajas tarifarias derivadas de la aplicación de estas medidas y de la competencia quedan sin embargo atenuadas para los usuarios con contrato, por el impuesto anacrónico de 5,16 €/mes (establecido en el año 1995 cuando el teléfono móvil era un bien de lujo). Por otra parte son evidentes: los cambios en la actividad laboral; el gap generacional entre “nativos digitales” y “nativos analógicos”; los problemas de privacidad (mal uso de la localización y espionaje) y de seguridad (ataques de virus informáticos, robo de datos, etc.); las herramientas didácticas, con aplicaciones que permiten una interacción entre enseñante y alumno también en tiempo y lugar no escolares, una “luz” importante y no lúdica para el mundo juvenil; los comportamientos individuales impropios (uso del terminal conduciendo o en alta voz en un espacio público, etc.) para los que será conveniente definer un conjunto de reglas de comportamiento (como la “netiqueta” para los internautas), un manual de buenas costumbres (“etiqueta móvil”, “moviqueta”…) a divulgar desde la escuela y mediante publicidad de los operadores.
El futuro a largo plazo de las comunicaciones móviles no es predecible; a medio plazo el llamado internet de las cosas, con 50 mil millones de posibles objetos-usuarios en distintos sectores (transportes, sanidad, energía, domótica, etc) mediante la “nube informática” y las app proporcionará a las comunicaciones móviles una importante lluvia de “maná”: muchas incógnitas pero también grandes oportunidades.
Especificaciones
- Autor/es: Auro Artom
- Fecha de edición: 2013