En el lado Oeste de la torre, se levanta un vértice geodésico. La situación de un vértice geodésico junto a la torre nos habla de su extraordinaria visibilidad. Su utilización para albergar un depósito de agua potable es totalmente original y, quizás, haya contribuido a conservarla: aunque la funcionalidad haya cambiado, sigue sirviendo a la comunidad.
Es la última de las cuatro torres cuya construcción se encontraba bajo la supervisión de D. José Miguel y una de las tres que presentó rápidamente, en Abril de 1850, problemas que hicieron intervenir al plomero y vidriero D. Manuel Velázquez. Las reparaciones necesarias eran idénticas a las otras dos torres afectadas, Saelices, nº. 12, y Juan Bueno, nº. 18, aunque en la de Graja el citado artesano presupuestó sólo 250 pies superficiales de plomo. A esta estación fue enviado como torrero alumno D. Francisco Quirón, en abril de 1850, donde coincidió con el torrero de 3ª clase D. León Estrada, que estaba destinado aquí desde el 7 de marzo, una vez superada su formación final en la torre nº. 17, Atalayón, de esta misma línea. En esta torre manifestaba D León, en junio del mismo año, su disconformidad inicial con unas sanciones que se le impusieron en Abril, y la posterior aceptación de las mismas. En junio fue destinado al ramal de Cuenca con fecha 15 de ese mes. También estaba sirviendo en esta estación desde febrero de 1850 el torrero D. José Miguel, tras su breve estancia en la torre de Juan Bueno, de Motilla del Palancar.
Conservación:
La torre conserva su enlucido ocre en todos los lados menos en el occidental. Sobre este enlucido se extendía una capa blanca de la que quedan escasos restos bajo la moldura intermedia de la fachada este. Se alza sobre un zócalo recto y su primer cuerpo es ataluzado, con las tres aspilleras consabidas por cada uno. Las fachadas norte y sur son las mejor conservadas; el zócalo y el primer cuerpo del lado oeste está alterado por las conducciones del depósito que se encuentra en el interior. La moldura intermedia consta de cuatro hiladas de ladrillo y conserva bien el zócalo sobre ella. En el cuerpo superior del lado este se abren dos ventanas en ladrillo. Todas las esquinas son de piedra. En el lado opuesto se abren otros dos vanos, el inferior es la puerta, con la base alterada con pérdidas y grietas que llegan hasta la aspillera central. La ventana superior tiene también alterada la base. Toda la torre conserva su altura hasta la cornisa, que se encuentra bastante perdida. El interior está totalmente ocupado por el depósito de agua potable de la localidad y conserva el revoco.