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Al este del Alto de la Cabecilla.
Su denominación original era la de Cabeza Quemada, aunque este topónimo no aparece en ninguno de los mapas topográficos consultados. Sin embargo, la torre telegráfica hizo cambiar el topónimo del lugar, El Telégrafo, que sí que ha perdurado hasta nuestros días en todos los mapas y en la memoria colectiva. Es un ejemplo de la huella que el telégrafo ha dejado en los pueblos, llegando a modificar la toponimia del lugar.
Torres Mena se hace eco de la existencia de la torre cuando comienza a describir Abia de la Obispalía que es, según el autor: “Villa del partido judicial de Cuenca, que tiene aneja la aldéa de Cabrejas de diez y ocho edificios, y diseminadas además por el término, la Venta-posada de Cabrejas, una casa de peón caminero, una torre telegráfica”. Conocemos los dos primeros torreros alumnos que vinieron a culminar su formación aquí: fueron D. Julián Grimaldo y D. Luis Cisneros. El Ayuntamiento de Abia de la Obispalía aporta el dato de un vecino de la villa que fue “uno de los responsables de dicho ramal”, D. Bernardo Fernández Álvarez.
Conservación:
La torre conserva la altura hasta la cornisa en todas sus fachadas excepto en la esquina suroriental. De hecho, en el lado norte se aprecia aún el arranque del pretil de la terraza por encima de la cornisa e, inmediatamente debajo de esta, un ventanuco rectangular, que es exclusivo de esta torre. El zócalo, de altura máxima de 1’07 m., ha perdido su remate de ladrillos. Lo mismo ocurre con la moldura que separa el primer cuerpo del segundo. En el lado occidental conserva los dos vanos, habiendo perdido el superior el dintel. A su izquierda pudo estar el hueco para el anteojo, aunque el mal estado de este lienzo impide asegurarlo. La fachada opuesta muestra en la puerta su base perdida, llegando a unirse este hueco con la aspillera central. Se conserva íntegra la ventana del piso superior y, a su izquierda, un orificio circular donde se encajaba el anteojo. Muestra agujeros tapiados de antiguo que corresponden a las huellas de los anclajes del andamio. No hay apenas restos de derrumbes en el exterior y conserva el revoco en el lado norte y parte del oriental. Desgraciadamente, el vandalismo ha atacado ya la torre, que sufre la aparición de pintadas en sus lados O y N.
En el interior, de fácil acceso por la aspillera central del lado E, podemos observar muy bien conservadas las aspilleras del piso inferior, abocinadas hasta unas medidas de 80 cm. de altura por 58 cm. de anchura. Alguna muestra aún restos de la carpintería que las cerraba. Conserva bien el revoco interior y es, sin duda, la torre mejor conservada de todo el ramal.
Referencias:
(Jesús López Requena, 2008)
(Jesús López Requena, 2010)