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El FHT te invita a conocer la evolución de las industrias de telecomunicación en España a través de su segundo libro del Ciclo de Innovaciones Propias

Dentro de su Ciclo de Innovaciones Propias, el Foro Histórico de las Telecomunicaciones ha publicado, con la colaboración de la Delegación de la Asociación Española de Ingenieros de Telecomunicación en Madrid, el libro titulado: “Las industrias de las telecomunicaciones en España”, que muestra la evolución de nuestras industrias de telecomunicación desde finales del siglo XIX hasta nuestros días.

Precedidos por un prólogo de Julio Linares,  Vicente Ortega, José Luis Adanero y Manuel Gordillo, protagonistas de la historia de la ingeniería de telecomunicación en diferentes ámbitos, analizan con rigor cada uno de los tres periodos en que se ha estructurado el núcleo del libro, que se cierra con un muy completo anexo elaborado por César Rico en el que describen los inicios del movimiento asociativo de las industrias electrónicas españolas, a fin de contextualizar el relato con datos exhaustivos y fiables de las empresas y de los escenarios en que tuvieron lugar.

En el primer capítulo, Vicente Ortega describe el contexto tecnológico a partir del último tercio del siglo XIX y apunta que tres son los ámbitos a considerar para que se cree tecnología: científico-técnico, organizativo y cultural. Cuando se dan los tres factores a la vez es cuando se genera un desarrollo tecnológico importante.

En España las prisas por crear el sistema telegráfico condujeron a utilizar equipo construido en el extranjero, impidiendo el desarrollo de la industria nacional. Lo mismo ocurriría más tarde con los terminales telefónicos.

Las comunicaciones radiotelegráficas tuvieron, sin embargo, distinta evolución. A mediados de 1901, poco antes de que Marconi lograra transmitir el S.O.S entre Cornualles y Terranova, el comandante Julio Cervera logró que su enlace entre Ceuta y Tarifa funcionara correctamente. Un año más tarde, creó la empresa “Telegrafía y Telefonía sin Hilos”, industria española de telecomunicaciones, que abandona por falta de apoyo de las instituciones cuando los enlaces Jávea-Ibiza no funcionan bien en su primer intento.

En 1917, el radiotelegrafista Antonio Castilla, que había colaborado con Lee de Forest, fundó la empresa Compañía Ibérica de Comunicaciones para la introducción de los dispositivos electrónicos en los equipos de TSH y construir emisores y receptores para la Radiodifusión. Fabricaba los receptores marca IBERIA, que competían con los equipos comercializados por PHILIPS, TELEFUNKEN y otras marcas. Buena parte de los equipos de PHILIPS eran de producción nacional como lo eran los de MARCONI para radiotelegrafía.

En 1924, tras la constitución en Madrid de la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE) con capital mayoritario de la multinacional International Telephone and Telegraph Corporation (ITT), se firma el contrato entre CTNE e ITT por el cual se otorgaba a esta última el monopolio de fabricación de todo el material telefónico. Y es en 1926 cuando se constituyó Standard Eléctrica S.A. (SESA) para fabricar equipos de transmisión y conmutación, así como cables. Se empieza a establecer una nueva política industrial en el sector de las telecomunicaciones, donde SESA dominó el panorama en la industria de telecomunicaciones, con una ingeniería y tecnología predominantemente españolas. A principios de los años 60 ya había una actividad notable de I+D. Al fin, España dispuso de una empresa con un nivel alto de conocimiento tecnológico.

En el sector de la radio y la televisión se crean en la década de los ’60 varias empresas con producción nacional y tecnología propia o licenciada, muchas de las cuales desaparecieron a finales del siglo, aunque otras continuaron, como AMPER, MIER y SITRE.

En el siguiente capítulo, José Luis Adanero explica la etapa comprendida entre 1965 y el 2000, durante la cual se dio el mayor despegue de las industrias de telecomunicaciones en España.

El crecimiento constante de la demanda de equipos y sistemas de telecomunicaciones durante este periodo, unido a la puesta en marcha de una política industrial orientada a favorecer la fabricación nacional, contribuyeron a la creación de una industria potente, con desarrollo de tecnología propia, capaz no solo de cubrir las demandas internas, sino de exportar los productos a otras latitudes. La fabricación nacional se veía favorecida por la existencia de beneficios fiscales a la exportación y de un sistema arancelario que gravaba de manera significativa las importaciones de equipos y sistemas de telecomunicaciones.

A principios de los setenta, CTNE negoció el fin del monopolio de suministros en las tres grandes líneas de productos, Conmutación, Transmisión y Cables, del que disfrutaba Standard Eléctrica, propiciando la creación de tres industrias en nuestro país, INTELSA, TELETTRA ESPAÑOLA y CABLES DE COMUNICACIONES, y dando origen a un mercado en competencia de suministros que llegó a dar trabajo directo a más de 9.000 personas con un alto grado de tecnificación.

A finales de esa década, las tres grandes empresas multinacionales presentes en nuestro país contribuían con más del 85% de la producción total nacional, dando trabajo aproximadamente al 90% de todo el personal empleado en el sector industrial de las telecomunicaciones. Junto con estas tres grandes empresas multinacionales existían otras 28 empresas nacionales de tamaño pequeño y medio.

En 1972, el sector de las telecomunicaciones en España alcanza un peso del 46% del mercado total, representando un porcentaje superior al del resto de los países europeos más industrializados. El crecimiento del mercado español de telecomunicaciones entre 1970 y 1975 fue superior al 200%.

En 1983, CTNE configuró el Grupo Industrial de Telefónica, que llegó a estar integrado por 29 sociedades a finales de 1985. Doce años después, CTNE se desprendió de la última de sus empresas de este holding industrial, siguiendo las recomendaciones del FMI con la doble finalidad de disminuir la deuda pública e incrementar la competencia con el objetivo último de contener la inflación.

Aprobada en diciembre de 1987 la Ley de Ordenación de las Telecomunicaciones, la entrada de nuevos operadores obligaría a competir en precio a sus clientes, lo que a su vez fuerza a que las empresas suministradoras de equipos desplazaran la fabricación de sus productos a otras latitudes. Este fenómeno de globalización explica en buena medida la práctica desaparición de las fábricas de equipos y sistemas de telecomunicaciones que existieron en España en el siglo pasado.

En el último capítulo, Manuel Gordillo analiza el periodo comprendido entre el año 2000 y la actualidad, mostrando el espectacular crecimiento de la telefonía móvil con una penetración superior al 100% en usuarios, pero no en tráfico por línea, y un desplome en la producción de equipos, y en especial de los de fabricación nacional, transformando además la actividad manufacturera en integración de sistemas.

La redes fija y móvil, desplegadas por Telefónica y otros operadores en la segunda mitad del siglo XX, eran extensas y modernas, pero ancladas en la conmutación de circuitos y en el sistema de señalización del CCITT no 7. Era difícil la conversión a redes IP. Tanto los operadores como los fabricantes españoles no quisieron ver la llegada de Internet ni prever su impacto. Poco después, los operadores quedaron sensiblemente debilitados financieramente por las subastas del espectro de frecuencias para la telefonía móvil de tercera generación (UMTS), puesto que las tasas a pagar eran superiores a los ingresos. La mayoría de los operadores de Banda Ancha móvil desaparecieron.

Cuando el mercado y la capacidad financiera desaparecieron en España, las sedes centrales de las multinacionales adelgazaron drásticamente sus filiales españolas. El escaso apoyo de la administración y el bajo nivel de I+D en comparación con otros sectores ahondó en el declive.

Desde finales de los 80 y principios de los 90, los suministradores europeos como Alcatel, LM Ericsson y Siemens buscaron una salida vendiendo a China con créditos blandos de los Estados miembros de la UE. Pronto China empezó a exigir la transferencia de la tecnología de los ASICs específicos. Se podría afirmar, en consecuencia, que Europa ha financiado el desarrollo de Huawei, ZTE... Hoy China es el líder en tecnología y capacidad financiera en la fabricación de equipos de telecomunicación.

¿Cómo revertir el proceso de desplome de una industria que cubría la casi totalidad de la demanda de equipos de telecomunicación en los 80 y hoy es casi irrelevante? Se dispone entre otras de las oportunidades que ofrece la gran disrupción de las Telecomunicaciones con el 5G, la implantación masiva del IOT, el automóvil conectado, así como nichos tales como Antenas Massimo Mimo y tecnología BEAMFORMING, Small cells y Edge Computing.

Pero para que la industria española de las telecomunicaciones renazca con fuerza es imprescindible que el Estado incremente sustancialmente el ridículo 1,2 % del PIB en I+D actual y que desarrolle los ecosistemas que complementen la capacidad de las industrias en alianza con la Universidad, los centros de I+D y las empresas operadoras.

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