Dirigida por
Ron HowardAño
1995Relación con las Telecomunicaciones
Situación: Problemas que se sucedieron uno tras otro y soluciones que se aportaron una tras otra, en un ejemplo de gestión de crisis y trabajo en equipo.Situación: Película ideal para hablar de ciencia, tecnología eléctrica y electrónica, informática, telecomunicaciones, etc., y todo ello dentro de un contexto histórico.
Apolo 13: No me importa para qué fue diseñado, me importa qué puede hacer
"Houston, tenemos un problema". Estas cuatro palabras se han convertido en una frase popular aplicada a casi cualquier situación. Puede que la recreación de la misión Apolo 13 en la película homónima tenga tintes de thriller espacial con final feliz tras haber conseguido cuadrar el círculo. Pero la aventura del Apolo 13 fue mucho más que eso: problemas que se sucedieron uno tras otro, y soluciones que se aportaron una tras otra, en un ilustrativo ejemplo de gestión de crisis y trabajo en equipo.
El 11 de abril de 1970 despegaba del Centro Espacial Kennedy la misión Apolo 13, la tercera de las misiones tripuladas a la superficie lunar, con tres astronautas a bordo: el comandante James A. Lovell, el piloto del módulo lunar Fred W. Haise y el piloto del módulo de mando John L. Jack Swigert.
La nave en ruta hacia la Luna se componía de tres partes. El módulo de mando Odyssey era la cápsula, el habitáculo de los astronautas durante el viaje y el regreso a la Tierra. Este módulo llevaba unidos otros dos: en su morro, el módulo lunar Aquarius, en el que Lovell y Haise debían descender a la Luna para explorar la formación llamada Fra Mauro. En el extremo opuesto, el Odyssey iba adosado al módulo de servicio, una estructura cilíndrica no presurizada que alojaba los sistemas requeridos por el módulo de mando y que debía desacoplarse al regreso, antes de la reentrada en la atmósfera.
Casi 56 horas después del lanzamiento, cuando la nave se encontraba a unos 330.000 kilómetros de la Tierra, los tripulantes escucharon un potente estruendo. Mientras informaban al centro de control -'Houston, hemos tenido un problema', fue la frase original- el nivel de oxígeno del tanque 2 descendía alarmantemente.
Jerry Woodfill, ingeniero del Centro Espacial Johnson encargado de los sistemas de alerta del Apolo 13, observó en su panel el destello de la alarma principal antes de que se oyeran las palabras de Swigert y Lovell. Lo que siguió después, mientras las alarmas comenzaban a saltar una tras otra ante los ojos de Woodfill, desembocó en una conclusión angustiosa: la misión lunar no podía llevarse a término y el rescate de los astronautas iba a ser una auténtica odisea.
El módulo de servicio llevaba células de combustible líquido compuestas por hidrógeno y oxígeno que se combinaban para suministrar agua potable y abastecer de energía al Odyssey, además de proporcionar aire respirable. Tras la explosión de uno de los tanques de oxígeno y la pérdida del otro, las células de combustible fallaron, dejando a los astronautas con una provisión de agua, energía y oxígeno insuficiente para completar su plan previsto.
La misión debía abortarse pero los obstáculos a superar eran considerables. Los controladores de Houston decidieron mantener la trayectoria de la nave para regresar aprovechando el empujón de la gravedad lunar. Los astronautas debían abandonar el Odyssey y trasladarse al Aquarius, que disponía de suficiente agua, oxígeno y baterías de alimentación, siempre que se racionaran drásticamente.
Poco después otra de las alarmas de Woodfill advirtió de que el CO2 expulsado por los astronautas al respirar comenzaba a acumularse en el Aquarius a niveles peligrosos. Los ingenieros en Houston debieron diseñar un procedimiento de emergencia para que los astronautas pudieran adaptar los absorbentes de CO2 cuadrados del Odyssey a los huecos circulares del Aquarius.
Sin embargo, los problemas no quedaron ahí. Cuando los astronautas se dispusieron a alinear la nave para la reentrada en la atmósfera, descubrieron que el método habitual era impracticable: los restos de la explosión que viajaban a su alrededor impedían orientarse por las estrellas, por lo que debieron guiarse por el sol. Además, tuvieron que improvisarse procedimientos para transferir energía de las baterías del Aquarius al Odyssey, y para después expulsar el módulo lunar a una distancia prudencial que permitiera al módulo de mando despejar su ruta para la reentrada.
Cuando los astronautas regresaron al Odyssey, para la reentrada en la atmósfera y el amerizaje, el frío en su interior había condensado tanto vapor de agua en los aparatos que la reactivación de la energía podría haber causado un nuevo y fatal fallo eléctrico. Encender aquellos circuitos muy bien podría haber resultado en el mismo tipo de cortocircuito que llevó al fallecimiento de la tripulación del Apolo 1. Sin embargo, tras aquella tragedia no sólo se mejoraron los sistemas de alarma, sino que además los conectores eléctricos bajo los paneles se recubrieron con una sustancia aislante de la humedad. El Odyssey amerizó en el Pacífico sur el 17 de abril, con sus tres ocupantes sanos y salvos.
Los astronautas mantuvieron en todo momento la cabeza fría y supieron reaccionar rápido, cada segundo contaba. En este apartado, fue clave el cronómetro de la marca Omega que usó Swigert para medir los 14 segundos que debían durar las igniciones. La marca de relojería fue galardonada con el Silver Snoopy Award de la NASA, un premio que como indica su nombre lleva impreso el característico personaje, cedido por su creador Charles M. Schulz, gran entusiasta de los programas espaciales.
La investigación posterior al accidente dictaminó la causa del accidente. Los tanques de oxígeno líquido llevaban un calentador para convertirlo en gas, controlado por un termostato. Debido a un cambio en las especificaciones técnicas, la alimentación de estos aparatos se había elevado de 28 a 65 voltios, pero los termostatos no estaban preparados para el nuevo voltaje y se fundieron, impidiendo el apagado de los calentadores. El aumento de temperatura fundió el aislamiento de teflón de los cables del ventilador del tanque 2, provocando un cortocircuito.
La misión Apolo 13 llevó a los ingenieros a emprender una revisión a fondo de los sistemas. Entre otros muchos cambios, se actualizaron los termostatos, se retiraron los ventiladores y se añadió un tercer tanque de oxígeno. Cuatro misiones más volaron con éxito a la Luna y todas ellas se beneficiaron del rescate del Apolo 13.
Toda adaptación cinematográfica -ya sea de novelas o de hechos reales- conlleva ciertos cambios. En Apolo 13, uno de estos cambios se llevó por delante la figura de Frances Northcutt, conocida por sus amigos como "Poppy".
Trabajaba para la empresa aeroespacial TRW Systems, que a su vez fue contratada por la NASA, para desarrollar programas que calculaban las trayectorias en las misiones para la vuelta a la Tierra de la tripulación. Los controladores de vuelo de la NASA no conocían los programas del equipo de Poppy por lo que su ayuda fue vital en el centro de control.
Ella y a su equipo calcularon los ángulos en los que se debían encender los propulsores y durante cuánto tiempo para asegurar que la nave estuviese en el corredor de reentrada a la Tierra; esto es, un pasillo estrecho necesario para acceder a la atmósfera terrestre sin que la nave y la tripulación sufrieran ningún daño. Por ello recibieron la Medalla Presidencial de la Libertad, una de las más importantes de Estados Unidos.
Poppy participó desde el principio en el Programa Apolo; fue la primera mujer ingeniera que llegó al centro de control de la NASA en 1968. Había estudiado matemáticas en la Universidad de Texas y comenzó a trabajar en la empresa aeroespacial TRW Systems. Antes de adentrarse en las misiones, al igual que muchas otras mujeres, fue "computadora humana". Tras quince tediosos meses, fue promocionada al puesto de ingeniera asalariada aunque manteniendo la brecha salarial (a sus compañeros hombres les pagaban las horas extras y a ella no).
Comenzó con la misión Apolo 8, que se vio acelerada por la competición que mantenían con Rusia por ser los primeros en llegar a la Luna. Asimismo, participó en la exitosa misión Apolo 11. Su trabajo consistía en calcular las trayectorias para el retorno de la nave pero también diseñar y construir el motor de descenso para el aterrizaje lunar del Apolo. Uno de los reconocimientos por su trabajo pionero en el Programa Apolo fue que en su honor llamaron a un cráter lunar por su nombre.
En aquellos años, muy pocas mujeres pudieron trabajar en la NASA. No obstante, según indicó en una entrevista, fue 'mucho más complicado' tener que lidiar con los medios de comunicación que con los propios ingenieros. Los medios eran sexistas y excluyentes cuando hablaban de mujeres y ella no fue una excepción. Poppy rescató el Apolo 13 y había participado en la misión Apolo 11, pero para los periódicos solo fue "la rubia en el control de la misión" o "la rosa de Texas de la NASA".
Vídeos
Tras el despegue, hay una ajustada alternancia entre lo sucede a bordo del módulo y lo que va trascendiendo en la Tierra, ora en el hogar de Lovell, ora en el control de la misión. Este juego de alternancias conforma un ritmo que no se permite tiempos muertos, manteniendo en todo momento al espectador atento al destino final que corrieron los tres tripulantes del Apolo 13 durante aquellos cinco intensos días de abril de 1970. Cinco días resumidos en dos horas y veinte de espectáculo que meritoriamente se alza como una de las mejores producciones que Ron Howard ha firmado y filmado como director.
Astronáutica para principiantes. Y es que esta película resulta ideal para hablar de ciencia, tecnología eléctrica y electrónica, informática, telecomunicaciones, etc., y todo ello dentro de un contexto histórico.
Clip: Did You Know the Astronauts in the Fire?
Como es lógico en una producción de este tipo y temática, el film está lleno de efectos especiales pero no son estridentes y sobre todo contribuyen a darle rigor a la película, ya que prácticamente todo lo que se ve en ella es correcto, tanto desde un punto de vista científico como tecnológico. Algunos pasajes, incluso, parecen la recreación de las imágenes vistas en los documentales sobre el lanzamiento del Apolo 11.
La escena del despegue es sin duda alguna la escena con mayor potencia de todo el filme. Una secuencia que justifica por sí sola las dos horas y veinte de metraje de la película.
Otro hito de la película es la secuencia en la que se pronuncia 'la frase'. Una frase que rápidamente trascendió el ámbito cinematográfico y se convirtió en parte del habla popular.
Clip: Houston, We Have a Problem
No importa para lo que fue diseñado, importa lo que puede hacer.
"El hombre de los chalecos" tiene claro que el fracaso no es una opción. Gene Kranz ofrece un paradigma de líder motivador y analítico, que sabe sacar lo mejor de su equipo, manteniéndoles alentados y ofreciéndoles libertad cuando es necesario, y tomando decisiones complicadas con toda la responsabilidad sobre sus espaldas. Y, además, deja varias perlas a lo largo de la película.
Clip: Failure Is Not an Option
La cuadratura del círculo se ha de preparar en tierra...
Clip: Square Peg in a Round Hole
... para luego, paso a paso, realizarla en el espacio.
Todo lo que acontece está remarcado por la épica que añade al conjunto el estupendo trabajo compositivo del músico James Horner; sea el clímax del despegue, sea el significativo apagado de la bombilla de aviso de exceso de CO2.
James A. Lovell tiene un pequeño cameo en los minutos finales de la película, interpretando al capitán del portaaviones que recibe a los astronautas.