Berlín, sinfonía de una ciudad
Berlín, sinfonía de una ciudad

Dirigida por

Walter Ruttmann

Año

1927

Etiquetas

1920 | Documental | Teléfono

Relación con las Telecomunicaciones

Situación: Un día en la vida de una gran ciudad en 1927 y el frenesí de llamadas telefónicas manuales y automáticas sobre el cableado aéreo que tras llegar paralelo a las vías del tren entreteje su cielo.

Berlín, sinfonía de una ciudad: un Berlín que ya no existe

Entre 1750 y 1850, con el inicio y afianzamiento de la Revolución Industrial, la ciudad adquirió una nueva configuración con la instalación de las fábricas y los movimientos migratorios de las gentes del campo que acudían hasta la ciudad en busca de trabajo.

Las relaciones entre áreas urbanas y rurales se vieron profundamente alteradas. El uso generalizado de la máquina devino en una de las señas de identidad de la nueva ciudad. Y con el papel decisivo de la siderurgia pudo fabricarse el ferrocarril. De esta manera, máquina y ferrocarril se constituyeron en dos señas de identidad de la nueva ciudad industrial.

Con el comienzo del siglo XX, y fundamentalmente en torno a la segunda década del mismo, se produjo una alteración aún más acusada. El aumento de la velocidad y el incremento de las redes de comunicación (básicamente de transporte) llevaron a una nueva relación entre campo y ciudad que dio lugar a la llamada explosión urbana, fenómeno que conllevó la urbanización de las zonas periféricas y la absorción de los núcleos rurales vecinos. Este tipo de metamorfosis urbana originó las llamadas áreas metropolitanas que dotaron a la ciudad de unos ritmos vertiginosos derivados, en gran medida, de la conjunción de los febriles movimientos de las máquinas, de las bulliciosas vías de transporte y de las hormigueantes muchedumbres que las transitaban.

Esta nueva ciudad, creciente en industrialización y desarrollo urbanístico, suscitaba unas imágenes y unas impresiones que no pasaron desapercibidas a la literatura, la pintura, la arquitectura ni por supuesto al cine, considerado ya por esos años como el arte de la modernidad.

Así, el cinematógrafo salió al encuentro de la ciudad en busca de esas vivencias fragmentarias, de esos vívidos estímulos para orquestar con ellos las llamadas sinfonías urbanas; un modelo de documental que ofrecía al espectador una nueva percepción del mundo urbano y provocaba en él nuevos estados de conciencia.

'Berlín, sinfonía de una ciudad' empieza como un proyecto de Carl Mayer que se plantea hacer una película sin actores ni guion para conformar veinticuatro horas de la vida de Berlín a partir de imágenes íntegramente tomadas en exteriores. Una concepción inspirada en el corto soviético Kino-Nedelia (1918, Dziga Vertov).

Finalmente, es Walter Ruttman, en colaboración con Karl Freund (como productor, coguionista y cámara no acreditado), quien realiza el proyecto y lo hace adaptando el ritmo y movimiento de la ciudad alemana a los planteamientos del cine abstracto. El resultado de ello fue una serie de fascinantes imágenes que el propio Ruttmann definió de manera certera: "No se trataba de una colección de estampas, sino de algo más complejo, como la estructura de una máquina compleja, que solo puede funcionar si la más pequeña de sus partes encaja con precisión con las demás [...] Siempre perseguí crear una película sinfónica sobre la gran energía que comprende la vida en una gran ciudad".

Cinematográficamente, las palabras del director remarcan la importancia que en la construcción formal del filme desempeñan el punto de vista de la cámara que estructura el plano y, sobre todo, el montaje como responsable directo de la configuración, a modo de sinfonía, de esa máquina compleja cuya gran energía se quiere captar para el espectador.

La película tiene en todo su desarrollo un singular dinamismo, con una gran cantidad de planos muy rápidos. Toda la película sigue un ritmo musical, y cada una de las secciones o partes tiene su tempo: allegro vivace cuando el tren entra en la ciudad, allegro con fuoco cuando la actividad es mayor por la mañana. La película no tiene intertítulos explicando las diferentes secuencias pero fue concebida para ser acompañada por una partitura de Edmund Meisel que estuvo desaparecida durante décadas. Aunque se recuperó en 2007, todavía circulan copias con una banda sonora alternativa, compuesta en 1994 por Timothy Brock.

Aunque se considere un documental, el filme no tiene como finalidad documentar la realidad, sino captar el movimiento y experimentar con formas abstractas. Más que un documental se trata de un experimento artístico, que constituye uno de los más notables exponentes del Absolute Film y una de las más importantes películas de la vanguardia europea.

Y sin embargo, dentro de su carácter experimental, ofrece una estructura narrativa que describe perfectamente la vida en una gran ciudad en 1927; tan solo hemos de aportar nosotros, como espectadores, la narración; las imágenes y sus asociaciones de ideas hacen el resto (impactantes las breves escenas de las llamadas telefónicas, automáticas y manuales, los monos titíes gritando y los perros peleándose).

A primera hora de la mañana, el tren se acerca a la ciudad; un recorrido jalonado de postes telefónicos. Una vez en la ciudad, los cables se multiplican. Una infraestructura que en unas horas...

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..., tras la entrada a las oficinas y haberse puesto los manguitos de trabajo, se verá puesta a prueba con las continuas llamadas automáticas...

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... y las frenéticas peticiones de línea en las llamadas con operadora.

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Vídeos

La película se divide en cinco actos que se corresponden con momentos del día y éstos, a su vez, se segmentan en bloques. Cada uno de estos episodios tiene un ritmo diferente, al igual que lo hace cualquier metrópolis según el momento del día: el amanecer tranquilo donde sólo algunos comercios van abriendo sus cierres, la hora punta con frenética actividad, el trabajo, el mediodía, la agradable tarde de cafés y terrazas y la noche cosmopolita. Con el ritmo que imprime a la película, Ruttmann pretende crear una conjunción entre música e imagen. Además, de esta manera introduce algunos temas en el documental: el movimiento, el tiempo, los transportes, las máquinas, todo ello ligado a la vida moderna y a la esencia de la gran ciudad. La vida acelerada en la gran metrópoli se muestra con un ritmo arrollador.

Berlin - Die Sinfonie der Großstadt (Con música de Edmund Meisel)

El filme incorpora y articula con sus imágenes los espacios, ritmos y motivos del Berlín de los años veinte, una ciudad que es presentada como una estructura compleja, como una combinación de piezas que devienen en un todo dotado de una energía que acaba disolviendo el contenido social e incluso iconográfico de cada una de ellas. Las personas aparecen en la acción pero el contenido humano no es lo predominante en la película; las máquinas captan principalmente la atención de la cámara, y muchas veces aparecen sin operarios que las dirijan, o con los brazos o manos de quienes las dirigen, pero sin que se vea su rostro o su cuerpo entero. Lo que interesa destacar es la acción que realizan esas manos más que quienes realizan esas acciones.

Berlín: sinfonía de una gran ciudad (Música de Timothy Brock, 1994)

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