Dirigida por
Steven SpielbergAño
1982Relación con las Telecomunicaciones
Situación: Teléfono, una palabra para la impronta social.Situación: Walkie-Talkie, la herramienta de comunicación que sustituye a las armas. Un intento, si bien correcto, no bien aceptado.
Personaje: EINSTEIN, Albert.
E.T., el extraterrestre: ¿teléfono? ¿ha dicho teléfono?
Una nave espacial ocupada por extraterrestres pacíficos y que no quieren molestar, ni ser vistos, llega a la Tierra en una expedición botánica, pero uno de ellos se queda en tierra. Un niño le encuentra y le acoge en su casa, escondiéndole de los adultos. El empeño de E.T., el extraterrestre, es conseguir comunicarse con los suyos para que vuelvan a recogerle. Cuando ET aprende a hablar, se queda con todos con una sola palabra, "Teléfono". A continuación, sienta cátedra situándola en contexto, en una triangulación verbal tan racional y entrañable como inolvidable: "ET, mi casa, teléfono".
E.T. es un modelo del cruce entre sueño y realidad. Lo más ajeno e improbable (un visitante de las estrellas) se combina con lo más pequeño y mundano (un niño). El film es tanto una gran aventura como una íntima película sobre la niñez en los núcleos residenciales, depurada de una forma tan impecable que se ha convertido en el espejo en el que muchas películas se han mirado posteriormente.
A su vez, E.T. es el mejor exponente de película que ha utilizado lo fantástico para hablar de lo personal. Mientras finalizaba 'En busca del arca perdida' (1981), Spielberg empezó a sentir que perdía la conexión consigo mismo y que necesitaba hacer algo más íntimo. Es fácil entender que un director que combina el divertimento con lo íntimo tenga pulsiones que le llevan de pasar de la gran aventura al relato intimista. E.T. surgió de esta pulsión de hablar de sí mismo, de contar la historia de un niño, él, tras un proceso de divorcio. Todo lo sembrado en 'Encuentros en la tercera fase' (1977) creció en E.T. y sentó la base de lo que después constituiría su estilo maduro.
El extraordinario diseño del extraterrestre (creación de Carlo Rambaldi, basado en diseños preliminares de Rick Baker) tiene mucho que ver en el resultado final. Se diseñó deliberadamente feo, pero buscando una gran capacidad empática. Su cara se inspiró en una mezcla de Albert Einstein, Ernest Hemingway y Carl Sandburg y desde muy pronto se decidió dotarle de un estilo bizarro y poco armónico (su cuello prensil, sus pies achatados y la forma rechoncha de su cuerpo), pero al mismo tiempo delicado y orgánico (la piel translúcida de su corazón). El diseño jugaba a contracorriente de las ideas estéticas preconcebidas en este tipo de criaturas. Su mezcla verosímil de fealdad y ternura presentan la complejidad y contradicción de los sentimientos. Cierto estilo reptil y torpe se combina con una mirada profunda y un lenguaje corporal lleno de matices. Su voz es quebradiza, sus sonidos salvajes y vulnerables y su movimiento lento y metódico. El resultado es, probablemente, uno de los diseños más vivos de la historia.
Pero al final es la historia de amistad y descubrimiento de Elliott lo que hace que E.T. esté vivo de verdad. El retrato de las urbanizaciones no es luminoso ni idealizado. La familia perfecta de los cincuenta ha dejado paso a la desestructurada. La historia presenta a una madre infeliz, un divorcio que ha dejado cicatrices en toda la familia, adultos grises (a los que se les intuye más que verse), niños sin supervisión protegidos tras corazas de fantasía, un barrio de estructura rectangular y arquitectura opresiva que la mayoría del tiempo se muestra de noche. Por supuesto la luz no tarda en llegar a través de la fantasía y la aventura, pero esto no funcionaría si no hubiese una realidad gris que romper. Una realidad a la que, por otro lado, Spielberg no niega las delicias. E.T. rescata a Elliott de la tristeza del divorcio y le deja listo para vivir una realidad que, aún con todos sus tonos grises e inquietantes, merece ser vivida. La película parece plantear que la principal problemática en los divorcios, los matrimonios rotos, la pubertad o cualquier problema de la vida no está en si tienen solución; está en la actitud con la que nos enfrentamos a ellos.
La de 1980 fue la década del sueño y la fantasía y E.T. consiguió convertirse en un buque insignia de su tiempo. Fue la película responsable de todo el efecto empoderamiento de los niños en el que se basó el cine popular de esos años. La secuencia de la bicicleta sobre la luna de fondo no sólo se convirtió en el icono de Amblin, sino que se erigió en uno de los estandartes del propio cine y de la cultura pop. El poder de fascinación de E.T. funciona porque apela a cualquier persona que haya mirado con respeto y fascinación a las estrellas. De hecho, Elliot termina la película mirando al cielo. Como invitándonos a seguir soñando. Si no, ¿por qué miramos las estrellas?
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Se rodó en orden cronológico para facilitar la emotividad en los niños, que se fueron encariñando con el muñeco. Por primer vez Spielberg no hizo storyboard para que hubiera espontaneidad en la actuación. Otra de sus tácticas para favorecer la identificación del público con Elliott y ET fue rodar casi toda la cinta a la altura de los ojos de un niño, lo que hace más amenazadores a los adultos.
En 2002, con motivo del 20 aniversario del estreno, el director utilizó los mejorados efectos especiales del nuevo milenio para corregir los planos que no había podido realizar a su gusto con los recursos de 1982. El CGI moderno le permitió retocar algunas escenas y añadir otras, rodadas pero no incluidas en el metraje original. Los cambios crearon controversia entre el público. Uno de los más polémicos fue la conversión de las armas de los federales que persiguen a los protagonistas en walkie-talkies. El mismo Spielberg dijo después que se arrepentía de los cambios y que no volvería a hacerlo.
No hace falta haber estado en Roma ni haber ojeado libros de arte para reconocer estas manos que se extienden la una hacia la otra: La creación de Adán (1511, Michelangelo Buonarrotti). El motivo ha atravesado los muros del ámbito artístico y se ha incorporado al acervo cultural general, al menos en Europa. Llama la atención la forma en que Miguel Ángel representa el entorno de Dios: parece una nube, una nave espacial casi. Y por supuesto hay científicos que quieren ver en esa forma ovalada la representación del cerebro humano con su lóbulo frontal, su quiasma óptico, su hipófisis y su cerebelo. Otros ven un útero con un cordón umbilical recién cortado. Volviendo a las manos extendidas, no faltan indicios de su popularidad, especialmente visibles en la publicidad. Así en el cartel de E.T. el larguísimo dedo del extraterrestre se extendía para rozar el índice de una mano infantil (se dice que Steven Spielberg sugirió la imagen y el cartel de la película fue una fuente de orgullo para John Alvin, su artífice, según palabras de su hija, la actriz Farah Alvin, que, cuando era niña, sirvió como la modelo de mano para el afiche).
Por su parte, Nokia ilustraba su famoso eslogan "Connecting People" con dos manos buscándose sobre un fondo blanco.