Dirigida por
Joe DanteAño
1987Relación con las Telecomunicaciones
Situación: La creación del primer microprocesador en 1971 abrió el camino para la gran transformación de las comunicaciones, la implantación general de la informática y una renovación total en la industria del ocio y el entretenimiento. En 1987, la cuestión no era cómo hacer un buen chip sino qué poner en él para que fuera aún mejor.El chip prodigioso: miniaturización, conejos, robot de inserción y robo de tecnología.
Hola amigos del FHT, me llaman 'El Cowboy' y os voy a hablar de algo que me pasó allá por 1987. Yo me dedicaba a la exportación de secretos y tecnología americanos. Nada personal, solo negocios. Por eso cuando un buen día mi gran amigo Victor, en los créditos aparece merecidamente al completo, Victor Eugene Scrimshaw, me comentó que se había hecho con un chip prodigioso que permitía encoger objetos y personas no me lo pensé dos veces y aparecí en Silicon Valley. Según me contaron un equipo de infiltración había logrado hacerse con uno de los chips en el laboratorio donde lo estaban probando. El otro chip iba asociado a una microcápsula tripulada por el teniente Tag Pendleton que inicialmente iba a ser introducida en un conejo pero a raíz de la intrusión del equipo de infiltración acabó siendo inyectada en un hipocondríaco de campeonato que respondía al nombre de Jack Putter, cajero de supermercado para más señas. El temperamental Tag se las acabó ingeniando para contactar con el tontainas de Jack y juntos consiguieron que se les uniera la novia del primero, una tal Lydia, que además de robarme el corazón cual vil cuatrera me quitó de la circulación aprovechando el rodeo particular que para ella había preparado en mi habitación del hotel. Los muy granujas consiguieron apropiarse de mi cara e intentararon recuperar el segundo chip haciéndose pasar por mí. Todo esto, en detalle, y lo que con posterioridad ocurrió... lo tendréis que ver en la película, que para eso se hizo.El film es una revisión de "Viaje alucinante" (Richard Fleischer, 1966) con un especialmente inspirado Martin Short, con Dennis Quaid y Meg Ryan en plan superpareja americana y con los efectos especiales de la ILM, Industrial Light & Magic, en uno de sus momentos más gloriosos combinando al punto, sin pasarse, la fascinación científico-tecnológica con la comedia puramente ochentera.
Al otro lado de la ficción cinematográfica, en el mundo real contemporáneo, coexistían los chips, los robots de inserción de circuitos integrados, los trajes de conejo y, sobre todo ello, el robo de tecnología americana.
La creación del primer microprocesador en 1971 abrió el camino para la gran transformación de las comunicaciones, la implantación general de la informática y una renovación total en la industria del ocio y el entretenimiento.
Corría el año 1971 cuando Intel creó el primer microprocesador. Era capaz de hacer unos 6.000 cálculos en un solo segundo. Quedaba despejado el camino hacia los ordenadores y la era de Internet. Desde entonces todo el mundo se ha hecho familiar con el nombre de Silicon Valley y se han diseñado miles de modelos de ordenadores, cada cual más sofisticado.
Intel había nacido en 1968, cuando los emprendedores Gordon Moore y Robert Noyce dejaron su trabajo en la empresa Fairchild Semiconductors y se unieron para crear una compañía a su medida. Comenzaron creando semiconductores y chips. Y, a raíz de su experencia en la microelectrónica, aprovecharon para ajustar en 1975 la Ley de Moore establecida desde hacía una década, un postulado de sencillo enunciado, fruto de la observación, que marcaba sobre una hoja semilogarítmica la línea del estado del arte para los años venideros: "El número de transistores de un circuito integrado se duplica aproximadamente cada dos años". Publicaciones disponibles sobre La ley de Moore.
A la hora del bautizo, los fundadores pensaron en darle a su empresa un nombre compuesto, formado por sus dos apellidos: Moore Noyce. Sonaba gracioso, ya que pronunciadas en inglés, estas dos palabras significan "más ruido" ("more noise"). Al final, por aquello de que las compañías deben de tener una imagen seria, se decantaron por unir las primeras letras de los nombres Integrated Electronics. Acababa de nacer Intel.
En los setenta nadie veía el verdadero potencial de la informática. El microprocesador 4004 nació para vivir en una calculadora. Y el nacimiento del PC estaba aún relativamente lejos. Según comentaba recientemente el presidente de Intel, Emeritus Moore, "a mediados de los setenta alguien me vino con una idea de lo que básicamente sería el PC. La idea era que podíamos colocar un procesador 8080 con un teclado y una pantalla y venderlo en el mercado doméstico. Y yo pregunté: ¿Para qué serviría? Y la única respuesta fue que las amas de casa podrían llevar las cuentas desde ahí. Personalmente, no vi nada útil en esta idea, así que ni me lo pensé dos veces". Ni siquiera en Intel son profetas en su tierra. "Al rebajar el tamaño y el precio, Intel abrió el camino para llegar a los ordenadores tal y como los conocemos hoy", asegura el historiador David K. Allison.
Pero con el tiempo llegó el primer ordenador personal. Y con el tiempo, el dominio de la empresa IBM en el mercado. Fue precisamente IBM quien elegiría a Intel para crear los microprocesadores de sus primeros modelos. El 3 de noviembre de 1962, el diario The New York Times publicó por primera vez el término "ordenador personal", donde el padre del primer ordenador de uso comercial, John Mauchly, decía que no había "razón alguna para pensar que el niño o niña medios no pueden ser los dueños de un ordenador personal". Todo un visionario. Mauchly murió en 1980.
Con el microprocesador de Intel todo se hizo más sencillo: los cálculos aritméticos y lógicos se agilizaron. Las funciones de control ya no ocupaban decenas y decenas de circuitos, sino uno solo, de silicio y relativamente fácil de fabricar.
Allá por 1978, Intel vendió el 8088 a IBM, para que lo instalara dentro de sus recién creados ordenadores personales, de un tamaño minúsculo comparados con sus antecesores. La revista Fortune no se lo pensó dos veces, intuyó el filón, y nombró a Intel "un triunfo de los negocios en los años setenta". Los años pasaron, la técnica se perfeccionó, y, en seis años, Intel llegaría a vender 15 millones de procesadores para otros tantos millones de ordenadores en todo el mundo. Más adelante, llegaría el color, la capacidad de operar varios programas a la vez y la velocidad de vértigo. Al final de los ochenta, Intel permitió "el hecho de tener un ordenador con pantalla a color por vez primera y hacer edición en el escritorio a una velocidad importante", cuenta David K. Allison, historiador de tecnologías en el Museo Nacional de Historia Americana.
Pero no hay gran empresa sin gran rival. En el caso de Intel es AMD. Mientras la obsesión de Intel fue siempre crear microprocesadores más y más rápidos, AMD ha prestado atención también a reducir el consumo de energía y en mejorar la función de los nuevos modelos.
En 1995 la mítica rivalidad entre AMD e Intel saltó a las primeras páginas de los diarios con un verdadero caso de espionaje industrial. La policía detuvo a Guillermo Gaede, un argentino de 43 años que trabajó tanto para AMD como para Intel y que en 1993 intentó vender dos diseños de Intel (el preciado Pentium y el i486) a AMD. En ese momento, AMD reaccionó como un competidor honrado. Al recibir unas fotos y una oferta de venta enviadas por Gaede, llamó a Intel y le avisó de la filtración. En 1995, el argentino pasó 33 meses en la cárcel.
Gaede había llegado a Estados Unidos en 1977 como turista, huyendo del golpe militar de derecha que acababa de tener lugar en Argentina. De ojos azules, rubio y hablando inglés con un acento americano que aprendió durante su infancia en Illinois, donde su padre trabajaba para Coca-Cola, adquirió fácilmente documentos falsos que le permitieron quedarse en el país cuando su visado expiró.
En 1986, luego de hacer contactos encubiertos con diplomáticos cubanos en Argentina, Gaede empezó su carrera en el espionaje industrial, conduciendo automóviles con el maletero lleno de secretos de la empresa AMD a través de la frontera con México desde su casa en Texas y entregándoselos a oficiales de la inteligencia cubana. "Les entregué de todo", dice. "Cualquier cosa que se pueda pensar: desde cómo construir circuitos integrados hasta todo lo que se necesitaba para hacerlo. A veces, el maletero estaba tan atiborrado que las cosas casi no cabían".
Los cubanos, quienes no sólo construyeron sus propios chips sino que pasaron la información al resto del bloque soviético, estaban tan satisfechos con el material que organizaron que Gaede y su esposa colombiana, Nila, visitaran la isla. Viajaron en diciembre de 1992, utilizando varios juegos de pasaportes falsos y una ruta para despistar que lo llevó de España a Austria, Checoslovaquia y Canadá y por último a Cuba.
Después de desilusionarse de la revolución cubana, Gaede pasó los siguientes dos años trabajando contra el regimen de Castro, pasando sus secretos al FBI y a la CIA. Por último, al pensar que había sido traicionado por todo el mundo, Gaede se convirtió en un tipo solitario y desapareció en Argentina, donde vendió secretos a Irán y China robados a su último empleador, Intel, incluyendo el diseño de su nuevo chip Pentium. La inteligencia de Argentina lo vio saliendo un día en 1994 de la embajada iraní en Buenos Aires, lo arrestó y se lo entregó a la CIA para que lo interrogaran.
Y por último, el conejo. Si algo llama la atención en el museo del chip de Intel son los famosos "trajes de conejo", trajes que mantienen el proceso de creación de chips en un entorno esterilizado, libre de contaminaciones externas. Se usaron ampliamente en los ochenta hasta que los robots sustituyeron, poco a poco, a las personas. Hoy día los trabajadores vestidos de blanco son, en su mayoría, supervisores. Y ya no tienen que tratar directamente con productos químicos que pueden ser potencialmente peligrosos para su salud. Visten de un material blanco antiestático, con máscaras que les cubren la cara y un sistema especial de ventilación para que puedan respirar aire filtrado.
Vídeos
De dentro hacia fuera, desde el interior al exterior, de la ficción a la realidad en un movimiento contínuo, constante, el progreso no se detiene.
Un tráiler de los de antes para una película de aquellos años ochenta. En 1987, la cuestión no era cómo hacer un buen chip sino qué poner en él para que fuera aún mejor y, sobre todo, que con él se pudieran maximizar las prestaciones minimizando los costes. La película no trata sobre la cuestión tecnológica pero en el año de su estreno, en el mundo real, también coexistían los chips, los robots de inserción de circuitos integrados y el robo de tecnología americana.
Junio de 2014. El Instituto de Microelectrónica de Barcelona es la sede del Centro Nacional de Microelectrónica. Pertenece al Consejo Superior de Investigaciones Científicas y junto a los Institutos de Madrid y Sevilla constituyen el mayor centro de investigación y de desarrollo en microelectrónica de España. Entrevistamos a su director Carles Cané. En el CNM diseñan y fabrican chips, que son pequeñas superficies de silicio que después encontraremos en cualquier dispositivo electrónico. Se fabrican en la llamada Sala Blanca Integrada, una Instalación Científica y Tecnológica Singular para la realización de procesos y dispositivos de micro y nanofabricación bajo demanda. Y requiere de unas condiciones ambientales muy estrictas.
Microelectrónica, inteligencia en un chip
15 de septiembre de 2015. Bill Gaede, "El Crazy Che", en la Conferencia Segurinfo (USUARIA), Barcelona, España, pone los puntos sobre las íes: la información no era propiedad de Intel, un intangible no se puede robar, no se puede transportar la información, el robo federal requiere que la propiedad sea del Estado y la jurisdicción se determina dependiendo de si el crimen consiste en el robo o en el transporte de la propiedad.