Relación con las Telecomunicaciones

Situación: la cabina telefónica era en 1972 icono social de la comunicación pero en esta producción para televisión muta en parábola de la incomunicación.

Personaje: ROMEO LÓPEZ, José María

La cabina: extraña mezcla de tragicomedia y ciencia ficción

Los teléfonos públicos comenzarán a desaparecer en 2018. En un país con 50 millones de móviles (dato de 2015) casi nadie usa ya las cabinas de teléfonos. En 1928 se instalaron las primeras cabinas telefónicas en Madrid: en el Viena Park (en el Retiro) y en el bar Regio. Esas todavía funcionaban con fichas. Pero en 1966 se empezaron a poner en las calles, con monedas.

Una cabina telefónica es un pequeño receptáculo que protege a quien está en su interior pero a la vez es un elemento arquitectónico que denota fragilidad y, por supuesto, es absolutamente claustrofóbico.

Antonio Mercero y José Luís Garci habían desarrollado el guión de La cabina cuatro años antes. Al parecer, mientras redactaban un guión de humor, desarrollaron la situación de un tipo que entraba en una cabina de teléfonos y luego se encontraba con que no podía salir de ella. Mercero se obsesionó con esta idea, fascinado por la situación: un ser humano atrapado dentro de algo tan cotidiano e inofensivo como una cabina telefónica. Y tras darle muchas vueltas, Mercero dio con la clave: aquella situación límite tenía que llevar a un final atroz, ilógico en apariencia; pero sólo en apariencia. La mayor dificultad radicaba en la transformación de una situación festiva en dramática, sin rupturas de ritmo, sin forzar nunca la narración.

La preparación del rodaje fue laboriosa y detallada, no solo en la elección de los escenarios naturales que debían influir dramáticamente en las escenas, sino en la elección de los detalles más mínimos, como, por ejemplo, la selección de los colores básicos de la película que fueron: rojo intenso para la cabina, verde fuerte para el camión, marrón suave para el uniforme de los operarios y traje oscuro, casi negro, para el protagonista, pues así parecía "una mosca atrapada en un panal".

La cabina se llevó todos los premios posibles, Emmy incluido. Y aunque desde Televisión Española se obligó a Mercero a "aligerar" algo del final este mediometraje es hoy una pieza capital del fantástico español en la que el teléfono muta convirtiéndose en una forma paradójica de plantear la incomunicación: un inocente José Luís López Vázquez queda atrapado en una cabina telefónica imposible de abrir y, tras ser objeto de atención por los vecinos del barrio, termina siendo olvidado y recogido por unos eficientes operarios que vuelven después a traer otra cabina, también vacía, y con una puerta tentadoramente entreabierta como incitación a entrar para otro incauto.