Dirigida por
Jan de BontAño
1994Relación con las Telecomunicaciones
Situación: Uso natural del teléfono móvil en un momento en que el móvil no era de uso común.Situación: Cuando el teléfono móvil era tan solo un teléfono que se podía llevar encima.
Situación: Una propuesta muy personal de televisión interactiva en un momento en que estos sistemas no acababan de encontrar su lugar en el mercado.
Speed - Máxima potencia: ¡Televisión interactiva, Jack! La nueva ola del futuro
"Hay una bomba en un autobús. Una vez haya superado los 80 kilómetros por hora, la bomba se activará. Si baja de 80, explotará" sería una excelente frase promocional pero es literalmente una frase de la película pronunciada por el villano, cómodamente sentado en su camioneta hablando por su teléfono móvil de 1994 mientras observa cómo el policía atiende su llamada desde una cabina telefónica pública.
El holandés Jan de Bont, excelente director de fotografía, tanto en su país natal como en Estados Unidos, había firmado la iluminación de algunas películas de su compatriota y amigo Paul Verhoeven, así como los taquillazos ‘Jungla de cristal’ (1988, John McTiernan) o ‘La caza del Octubre Rojo’ (1990, John McTiernan).
En 1994 de Bont debutó con esta aventura sobre un autobús que no puede bajar de 80 confirmando que gran parte del cine de acción norteamericano que llegó después de ‘Jungla de cristal’ bebe de sus fuentes de manera obvia, y que es muy difícil llegar al nivel al que llegó McTiernan pues el dominio de dos elementos tan dinámicos y complejos como el espacio y el ritmo es algo que muy pocos cineastas parecen alcanzar cuando es más fácil preocuparse por el aparato escenográfico o lo superficialmente vistoso.
De Bont, habiendo sido un excelente operador, es capaz de narrar con precisión y buen gusto. La estupenda fotografía de Andrzej Bartkowiak extrae del autobús, del fuego, del calor del asfalto, una atmósfera tangible y hasta cierta belleza plástica, mientras que la planificación del director es bastante sólida y propicia un montaje limpio y sin demasiados cortes por parte de John Wright (también montador habitual de John McTiernan).
El argumento ideado por Graham Yost es sencillo pero tremendamente adictivo. La historia nos hace pasar de un ascensor (prólogo de presentación del villano y el agente de policía) a un autobús a toda velocidad (la parte del nudo de la trama en la que el agente hará lo imposible para que no explote mientras habla por el móvil con el villano que supervisa y controla la situación con lo que él denomina 'televisión interactiva') para culminar en un desbocado convoy de metro que completa el desenlace.
Ahí entró Joss Whedon, quien reescribió casi todos los diálogos (según el único guionista acreditado, Graham Yost, casi el 90%) convirtiendo al agente Traven en un "tipo muy educado que quiere impedir que la gente muera" y a la conductora por sorpresa Annie en una entrañable pero muy espabilada "chica de al lado". Whedon se distanció así de la muy ochentera combinación "tipo duro + histérica insoportable" que proponía el guion original de Graham Yost con la misma emotividad que le haría millonario años después cuando escribió y dirigió Los Vengadores (2012, Joss Whedon).
Una semana después del estreno, la persecución de la policía a O. J. Simpson en su Bronco blanco (emitida por los informativos como una genuina película de acción en tiempo real) le dio publicidad extra: Speed fue el fenómeno cinematográfico más sorprendente de aquel verano de 1994.
Desde su "guarida" Howard Payne, el villano, sigue los acontecimientos de su autobús desde unos televisores que le muestran en directo lo que está ocurriendo en el exterior por obra y gracia de los canales de noticias. También tiene su propio circuito cerrado de TV para lo que ocurre en el interior. Y tiene el control radio de los explosivos que ha puesto en el autobús. Para Howard Payne esto es televisión interactiva. Y no va desencaminado.
La televisión interactiva se podría definir de múltiples modos. Por ejemplo, podría entenderse como la radiodifusión de un medio de transmisión de información de imagen y sonido que es capaz de recibir información de cada usuario y tenerla en cuenta para modificar su propio contenido en tiempo real, es decir, mientras se realiza la emisión. Complementariamente a esta expresión formal se podría definir también como una televisión en la que el telespectador puede hacer algo más que simplemente verla y oírla pudiendo pasar a ser una especie de "teleparticipante" al tener la posibilidad de realizar acciones que pueden cambiar el contenido mostrado por su televisor.
Una de las primeras muestras de interactividad en la televisión aparece con el teletexto en 1972 en el canal británico BBC. En España este sistema se implanta en 1988, aunque ya en 1982 se hacen las primeras pruebas con la excusa del mundial de fútbol. El teletexto se basa en la emisión continuada de información textual con color utilizando un espacio de la señal analógica de televisión que había quedado sin uso al mejorar la tecnología de los aparatos de televisión. Con el teletexto, el usuario es capaz de realizar más operaciones con su televisor, además de cambiar de canal o configurar el volumen y la visualización de la imagen.
Después del teletexto, aparece la interactividad en la televisión a través de aparatos dotados de una conexión de internet o línea telefónica.
Los servicios avanzados asociados a la televisión se comenzaron a vislumbrar en España en la década de los 90, de la mano del Teletrebol de Telecinco.
El Teletrebol, en servicio en 1992, estaba programado para que cuando se sucediese una combinación numérica que coincidía con las respuestas correctas, se encendiera una luz y sonara el Himno de la Alegría. Era entonces cuando el espectador debía llamar a un número de teléfono premium, con contestador, pegar el mando al teléfono, apretar un botón que emitía una señal que reconocía el sistema telefónico y dejar sus datos personales. Entre los afortunados, Telecinco sorteaba premios menores, fines de semana en casas rurales, etc. Sin embargo, terminó en los tribunales por varias demandas de los espectadores, lo que provocó que la cadena lo cancelara inmediatamente.
El Teletrebol fue sustituido ese mismo año por Hugo, un troll de animación que debía rescatar a Hugolina y sus hijos de la bruja Maldicia. Se trataba del primer videojuego interactivo puesto en marcha por una televisión en España y que permitía a los espectadores participar a través del teléfono. El juego constaba de tres fases: el tren, el avión y el rescate final. Durante el juego se conseguía una puntuación que luego se traducía en pesetas, pudiéndose ganar, como máximo, 300.000 pesetas (1.800 euros).
Tan sólo un año después, en 1993, surge el Telepick, el primer dispositivo receptor, con capacidades de impresión, que permitía a los usuarios interactuar con los programas de televisión, sobre todo con los concursos, a los que se podían enviar las respuestas mediante el mando a distancia.
El telepick, que tuvo su periodo de adaptación y prueba durante las retransmisiones asociadas a la Exposición Universal de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992, fue lanzado al mercado a un precio de 22.000 pesetas (132 euros) y para su uso tan sólo se requería una conexión de datos: un módem que se conectaba a la red telefónica y ocupaba la línea mientras el aparato estaba funcionando.
Su escasa tasa de penetración (sólo 13.000 unidades vendidas), unido a una reducida integración en el sistema de la programación de TVE, cuya intención inicial pasaba por la inclusión del servicio en el 70% de su parrilla, sobre todo en películas, programas y retransmisiones deportivas, provocó que quince meses después de su lanzamiento se produjera la quiebra de la empresa que lo había llevado al mercado (Interactive Television) y el cese del servicio.
Y entonces llega Howard Payne con su particular propuesta de televisión interactiva.
Vídeos
Roger Ebert (10, junio, 1994): "Speed es como una ingeniosa máquina de envolver. Es un inteligente e ingenioso thriller que comienza con rehenes atrapados en un ascensor y continúa con dos persecuciones, una en un autobús y otra en un metro, de modo que es un juego de acción, acrobacias, efectos especiales y emoción. Hemos visto esto antes, pero rara vez tan bien, o en un tono tan alto de energía. Películas como Speed pertenecen al género que llamo 'películas de antebrazos magullados', porque siempre estás agarrando el brazo de la persona que está sentada a tu lado. Si se hace mal, parecen repeticiones cansinas de viejos clichés de persecución. Si se hace bien, son divertidas. Y si además se hacen tan bien como Speed, generan una especie de euforia maníaca".
Nadie creía en esta película. Paramount se desmarcó del proyecto porque había "demasiado autobús" y cuando Fox se animó a producirla limitó el presupuesto a unos 30 millones de dólares; muy poco comparado con los 115 millones asignados a 'Mentiras arriesgadas' (1994, James Cameron). Y es que Hollywood todavía estaba asimilando el impacto de Terminator 2: El juicio final (1991, James Cameron) y Jurassic Park (Parque Jurásico) (1993, Steven Spielberg) y las imágenes generadas por ordenador o CGI. Speed era una película artesana y física. Y en la tesitura del momento de su estreno, esas cualidades la convertían en una reliquia. Sin embargo, durante los primeros pases de prueba para el público de Speed, los ejecutivos de Fox se dieron cuenta de que tenían algo especial entre manos: los espectadores aplaudían durante la proyección y cuando se levantaban para ir al baño caminaban de espaldas, incapaces de apartar la mirada de la pantalla. Y eso que en aquellos pases el tercer acto en el metro estaba reemplazado por dibujos en viñetas por culpa de que la producción se había quedado sin dinero. Speed acabaría recaudando 350 millones en todo el mundo, colocándose como la 5ª película más taquillera de 1994 y llevándose dos Oscar (Mejor sonido y Mejores efectos de sonido). Un verdadero éxito sorpresa. Y todo por su audacia al abrazar un género cansado pero imprimirle verosimilitud, sorpresas y exceso.
Aunque los teléfonos móviles juegan un papel importante en esta película, no eran tan comunes en 1994. Es interesante observar que los cineastas pensaron que el público era capaz de entender los teléfonos móviles hasta el punto de mostrar la tecnología real en una situación natural: el villano, cómodamente sentado en su camioneta habla por su teléfono móvil mientras observa cómo el policía atiende su llamada desde una cabina telefónica pública.
Clip: De móvil a cabina telefónica
En el momento de la película, el teléfono móvil era tan solo un teléfono que se podía llevar encima... de ahí, posiblemente, que el protagonista pida permiso cuando decide tomarlo prestado.
El teléfono móvil ha sido un enorme imán para la invención y una ventana a los logros técnicos modernos. Este fascinante progreso se presenta a continuación a través de la cuidadosa selección de los móviles que fueron los primeros en alcanzar un hito tecnológico. Muchos han influido en toda la industria y han cambiado las funciones y el rendimiento de un producto que todos llevamos encima cada día. Es una galería de los teléfonos móviles más distinguidos y coleccionables del mundo. Algunos están expuestos en la Galería de la Era de la Información en el Museo de la Ciencia de Londres. El cambio tecnológico no ha sido la única fuerza que ha marcado la historia del teléfono móvil. Un segundo impulsor distinto ha sido el diseño industrial. Una sección complementaria sobre "Nuevas tendencias de diseño en los móviles" identifica estas influencias del diseño. Estas dos secciones proporcionan uno de los mejores recursos del mundo sobre la historia de la telefonía móvil.
Anuncio de Telepick, 1993.
Con telepick no hay concurso que se te resista
Chicho Ibáñez Serrador le explica a los espectadores el funcionamiento del Telepick.