Bigbug
Bigbug

Dirigida por

Jean-Pierre Jeunet

Año

2022

Etiquetas

2020 | Domótica | IA

Relación con las Telecomunicaciones

Situación: La tecnología, sobre todo en lo que a inteligencia artificial y domótica se refiere, y su influencia en la humanidad (en este caso, la infantilización del ser humano).

Bigbug: Si eres un directivo sustituible por alguna I.A., benefíciate de un P.J.O.

Año 2045. Estamos en un futuro (próximo) hipertecnologizado en el que los seres humanos dependen plenamente de la Inteligencia Artificial para satisfacer sus necesidades. Una IA dual que está representada por un lado por los robots y androides domésticos que están al servicio de las personas y aspiran a alcanzar una humanidad que les resulta tan fascinante como incomprensible y por otro los Yonyx, unos androides que conscientes de su supremacía quieren imponer un régimen tecnológico totalitario para someter y eliminar a la especie humana.

Bigbug se abre con una secuencia de un programa de televisión titulado Homo Ridiculus en el que dos Yonyx pasean a sendos humanos que ataviados como perros se dedican a orinar en farolas y a olerse mutuamente. Un golpe de mando a distancia nos sitúa en una vivienda unifamiliar totalmente robotizada, enclavada en una zona residencial de una ciudad indeterminada, en la que los personajes acaban quedando encerrados en aras de un protocolo de seguridad por el que la casa los protege del riesgo exterior al haberse producido una rebelión global de las máquinas.

Este enclaustramiento involuntario da lugar a una serie de desavenencias y acercamientos entre los personajes y, sobre todo, a unos divertidos planteamientos robóticos sobre la condición humana.

Hubo un tiempo en que el hiperbólico concepto fílmico de Jean-Pierre Jeunet estaba a disposición de narraciones que conjugaban con gran talento una incomoda extrañeza, rayana en lo terrorífico, con un humor absurdo que potenciaba una sensación de inquietud muy perturbadora. Así era cuando formaba tándem con Marc Caro.

Era un tándem de creadores que en un sorprendente acto de alquimia cinematográfica fusionaba ternura y crueldad a base de combinar el estilo más desmadradado del dibujo animado de Tex Avery, el minimalismo expresivo de Jacques Tati y el barroquismo formal de Terry Gilliam. El resultado de esta conjunción fue un cine de una personalidad tan extravagante como arrolladora que dio a luz películas como Delicatessen (1991, Marc Caro, Jean-Pierre Jeunet) y La ciudad de los niños perdidos (1995, Marc Caro, Jean-Pierre Jeunet).

Tras ser ambas catalogadas como películas de culto, ambos fueron reclamados por 20th Century Fox para hacerse cargo de Alien: Resurrección (1997, Jean-Pierre Jeunet) pero en este proyecto Caro optó por la dirección artística y el desarrollo del guion gráfico mientras que Jean-Pierre Jeunet asumía la dirección en solitario.

Tras esta experiencia en Hollywood, los caminos de ambos se bifurcaron y, quizá para desmarcarse de sus obras junto a Caro y subrayar así la ruptura de su colaboración para reafirmarse como autor individual, Jean-Pierre Jeunet reconvirtió su estilo cinematográfico reformulando la esencia oscura y perturbadora de sus anteriores trabajos pero manteniendo sus recursos estilísticios propios, tales como el uso de grandes angulares, la saturación de los colores o las angulaciones extravagantes de la cámara, en la luminosa y humanista Amelie (2001, Jean-Pierre Jeunet).

Esta reconversión del cine de Jeunet le proporcionó el mayor éxito de su carrera además de reafirmar el efecto Alien, proposición empírica según la cual el director que realiza una entrega de la saga consigue en su siguiente, o subsiguiente, película pasar de casi desconocido a director de gran público.

Sin embargo, Amélie supuso un hito que marcaría el posterior desarrollo de su filmografía hacia un cine que perseguía replicar su esencia y que acabaría alejándolo del gran público convirtiéndose así en la excepción que confirma la regla del efecto Alien.

La apuesta de Netflix por el cine ha permitido que la plataforma de emisión en continuo capte autores como Alfonso Cuarón (Roma, 2018), Martin Scorsese (El irlandés, 2019), David Fincher (Mank, 2020) o Jane Campion (El poder del perro, 2021). Y ahora, 2022, ha sido el turno de Jean-Pierre Jeunet quien muy en su línea de 'antes muerto que sencillo' ofrece una propuesta estimulante que pese a ser un poco desigual y no ser del gusto de la mayoría sí que podrá fascinar a una minoría.

Vídeos

En 2045, la inteligencia artificial es omnipresente; tanto, que la humanidad depende de ella para satisfacer todas sus necesidades y deseos... incluso los más íntimos y retorcidos. En un tranquilo barrio residencial, cuatro robots domésticos deciden, ante el elevado grado de inseguridad exterior, retener a sus dueños en su propia casa. Atrapados entre cuatro paredes, una familia no demasiado bien avenida, una vecina indiscreta y su eficiente androide sexual se ven obligados a soportarse en una situación cada vez más delirante. Mientras tanto, en el exterior, la generación más avanzada de robots, los Yonyx, intenta conquistar el mundo. Y pese a que la amenaza es cada vez más inminente, los humanos prefieren hacer oídos sordos, dejarse llevar por los celos y humillarse entre ellos ante la mirada perpleja de sus robots domésticos.

Tráiler

En una entrevista para Vanity Fair, Jean-Pierre Jeunet desgrana su carrera desde Amelie (2001) hasta Bigbug (2022).

Jean-Pierre Jeunet décrypte sa carrière d'Amélie Poulain à Big Bug | Vanity Fair

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