Dirigida por
Joe WrightAño
2017Relación con las Telecomunicaciones
Situación: Las palabras, el contexto y la radio.El instante más oscuro: me dirijo a ustedes por primera vez como Primer Ministro
Las palabras pueden cambiar el mundo, en opinión del guionista y productor Anthony McCarten. Si su guion anterior, La teoría del todo (2014, James Marsh), trataba sobre Stephen Hawking, cuyas palabras cambiaron el mundo incluso cuando ya no pudo hablar; en el caso de 'El instante más oscuro' es tajante: "entre el 10 de mayo y el 4 de junio Winston Churchill transformó carbón en diamantes". Así, McCarten se siente inspirado por los discursos y la oratoria de Churchill y teje el guion de la película sobre tres discursos escritos y dados entre esas dos fechas: 'Blood Toil Tears Sweat' pronunciado en la Cámara de los Comunes el 13 de mayo, 'Be Ye Men of Valour', 19 de mayo, que fue su primer discurso radiado y finalmente 'We Shall Fight on the Beaches' pronunciado el 4 junio en la Cámara de los Comunes tras la evacuación de Dunkerque.Si bien la película retrata a Churchill en su vida familiar, junto a su esposa Clementine, la columna vertebral es la gestación de los discursos con su secretaria particular Elizabet Layton. Y siempre, en pantalla, Churchill con su gran habano apuntando a los dilemas históricos que le tocó dirimir con selectas frases rotundas y dramáticas, jugosas escenas en el Parlamento británico, relaciones tensas con Chamberlain, viscerales con Lord Halifax y de tanteo con el Rey Jorge VI.
Gary Oldman es uno de los actores mejor dotados para hacer de villano: hay algo en su cara, en su expresión, en el fondo de sus ojos fríos y chiquitos. En esta película, edificada en torno a la interpretación de Oldman, no están ni esa expresión, ni ese fondo de ojos, ni ampoco su cara, porque el actor en pleno ha desaparecido en el interior de su personaje, Winston Churchill, al que ya puestos también le hace desaparecer todos sus clichés, salvo el puro, para resaltar de él los temblores de su mano firme, la inseguridad de quien está convencido.
Pero están los peligros del maquillaje. Para muestra, un par.
Hay una escena en la que Winston Churchill abandona su limusina para adentrarse por primera vez en el metro de Londres. Se pasea entre la clase trabajadora, charla con ella sin esconder su inconfundible puro ni su papada y al salir del metro decide no claudicar ante Hitler. Aunque es cierto que Churchill tuvo que tomar su decisión más complicada como primer ministro en esa primavera, la escena de la película es ficticia. No es más que una argucia dramática para defender que era el único que escuchaba al pueblo y reconocía a Hitler como un peligroso narcisista del que no se podía fiar en una negociación.
Y cuando llega el clímax, tan dulce como el caramelo, del discurso más famoso de Churchill frente a la Cámara de los Comunes, en la película, los parlamentarios y las personas que lo siguen por la radio rompen en vítores como si fuese una celebración con confeti. Y esto, tampoco es cierto. No hubo vítores, ni aplausos y la mayoría de la ciudadanía escuchó el discurso extractado y en diferido esa noche, leído por el locutor de la BBC y no repetido por el propio Churchill desde el estudio como fue el caso del posterior 'This Was Their Finest Hour' (pronunciado en la Cámara el 18 de junio de 1940).
El cine histórico construye leyendas que se cuelan con facilidad en el imaginario colectivo. Una película no es una clase de historia pero invita al espectador interesado en ir más allá al salir del cine y profundizar en lo que bien se podría denominar "la versión original" de la Historia.
Aunque también están los pros de la narrativa cinematográfica. Por ejemplo, hay dos escenas significativas, ambas de tres minutos: la conversación telefónica transoceánica Churchill Roosevelt y la primera alocución radiofónica de Churchill.
Vídeos
Mayo de 1940, Churchill toma posesión del cargo de primer ministro y se ve obligado a decidir si, con los alemanes a las puertas de Gran Bretaña y 300.000 soldados británicos estancados en Dunkerque, el país debe luchar contra Hitler o intentar negociar una paz. 125 minutos en torno a los tres discursos escritos y dados por Churchill en esos días. El hombre que solo pudo prometer sangre, sudor y lágrimas es una figura histórica, un icono -puro en boca, sombrero tocado y V a cámara- pero también alguien de 65 años que, en solitario, tuvo primero que derrotar a los pacifistas de su propio Partido Conservador.
El zumbido presente en una llamada telefónica transoceánica realza aún más la enorme distancia que separa a los dos interlocutores.
La luz roja polariza nuestra atención y nos dispone para percibir la sensación de vérselas ante el micrófono de la BBC para dirigirse por radio en directo a la ciudadanía.
Clip: Conquer We Must, Conquer We Shall
En 'El hombre que mató a Liberty Valance' (1962, John Ford) el periodista que escucha la declaración muchos años después de los hechos dice algo así como "en el Oeste, cuando las leyendas se convierten en hechos probados, hay que publicar las leyendas", y rompe las notas que había tomado su ayudante. Joe Wright ejerce de director pero actúa como el periodista del film de John Ford.
Gary Oldman, que ha sido Drácula para Coppola, el comisario Gordon en "El caballero oscuro" de Nolan o Sirius Black en la saga de "Harry Potter", interpreta en esta ocasión al exprimer ministro británico Winston Churchill, papel que le ha llevado a conquistar el Globo de Oro como mejor actor en película dramática. Joe Wright, director de la película, transporta al espectador a la Segunda Guerra Mundial y explora de cerca un dilema moral que marcó el rumbo político de Churchill -un posible pacto con la Alemania de Hitler o la liberación de una Europa afectada por el nazismo-, cómo se enfrentó al desafío que tenía ante sí y su capacidad para utilizar las palabras y determinar con ellas el curso de la Historia.