Relación con las Telecomunicaciones

Situación: El celador subido al poste telefónico, una imagen icónica y alegórica.

El paso suspendido de la cigüeña: Grecia acaba en la línea azul

El reportero Aléxandros es destinado, junto a su equipo de filmación del canal de televisión para el que trabaja, a la frontera entre Grecia y Albania para grabar cómo es la vida allí. Su viaje coincide en el tiempo con el incidente del Pireo, en el que unos polizones asiáticos son descubiertos en un barco griego y, ante la negativa a concederles el asilo político, optan por arrojarse al mar y morir.

Coronel: ¿Sabe lo que es la fontera?

La frontera es ese lugar donde, como explica el coronel al mando de las tropas destinadas en la zona, "todo se sobredimensiona y la gente se vuelve loca". La vida en la fontera es la vida en el límite, junto a esa arbitraria línea trazada en el suelo de un puente que cruza un río y que separa dos países, dos pueblos que en el fondo no son tan diferentes. Acercarse a esa línea es algo parecido a tomar una decisión. La frontera, esa línea pintada en el suelo, es frontera geográfica pero también frontera entre la vida y la muerte.

Coronel: Si doy un paso, estoy en el otro lado o muero.

Aléxandros llega a una ciudad cercana a ese último confín, donde hace tiempo se creó un barrio, una especie de "sala de espera", un gueto que ha ido creciendo hasta extenderse, como un tumor, por toda la ciudad, un espacio entre la nieve donde malviven refugiados kurdos, turcos, albaneses, polacos, rumanos, iraníes... a la espera de que su situación se resuelva.

Político desaparecido: ¿Cuántas fronteras ha de cruzar un hombre para estar en su casa?

Por casualidad, Aléxandros descubre a un hombre muy parecido a un político que desapareció misteriosamente hace años, en el auge de su carrera como político y como escritor, tras la publicación de su profético ensayo "La desesperación de finales de siglo". Aléxandros se va implicando progresivamente en los sucesos que se suceden delante de la cámara, abandonando su aséptica actitud de reportero, obsesionándose con la vida de este hombre enigmático, investigando sus últimos días y hablando con su esposa. Por si fuera poco, Aléxandros se enamora de una joven a la que conoce durante su investigación y a la que algún obstáculo misterioso impide que se entregue totalmente a él.

Político desaparecido: A veces hay que callar para oír la música que hay tras el sonido de la lluvia.

No llega a saberse con certeza el motivo que lleva al político a desaparecer en este lugar y alejarse de su cómoda vida. Puede que se sienta ligado a esta gente de manera personal o que, simplemente, a raíz de la publicación de su libro se sintiese identificado y decidiese compartir la desesperación de esta gente. Lo cierto es que vive allí con un niño y una chica a los que se refiere como su familia.

El cine de Angelopoulos no es de los que dan respuestas, sino de los que dejan preguntas en el aire, sin importar si quedan flotando entre la bruma, a sabiendas de que la vida es un paisaje desolado, frío y húmedo, en el que coexisten la incertidumbre y el silencio y donde ocasionalmente aparece un rayo de sol.

Una de las metáforas habituales de Angelopoulos es la del viaje, tanto interior como exterior, como símbolo de la vida. Y así vemos trenes que llegan hasta esa ciudad fronteriza, o que sirven de vivienda, como fin del viaje y fin de la vida. Y luego está el río, otro viaje; ese río, impetuoso o sosegado, tan cargado de vida pero que sin embargo hace de frontera entre dos países o entre la pareja de novios que celebran su boda desde cada una de sus orillas.

Y mientras una brigada de celadores ataviados con chubasqueros amarillos se encarama en lo alto de los postes telefónicos, intentando restablecer la comunicación en un tendido paralelo a modo de vía de la información, Aléxandros parece tomar consciencia de su transformación interior y, dejando atrás los medios de comunicación, desciende hacia el borde del agua para establecer comunión con el espectador, a quien la ubicación de la cámara sitúa en la otra orilla.

Aléxandros es un periodista de un canal de televisión y vemos a su equipo de trabajo en acción y una escena en plano secuencia, de las que tan artista es Angelopoulos, en la sala de control de la cadena mientras se prepara un programa de debate.

Pero lo que más impacta de esta película es la alegórica escena con los celadores de telefonía subidos a los postes: es el momento de la transformación de Aléxandros y es la portada del libro "Transformaciones. La España de los años veinte en los Archivos Fotográficos de Telefónica" que está disponible en la sección de Biblioteca.

Casi 70 años median entre ambas imágenes, un tiempo que da para reflexionar sobre el transfondo de cada una de ellas.