Dirigida por
Harold BeckerAño
1998Relación con las Telecomunicaciones
Situación: La información contenida en un mensaje cifrado puede obtenerse con la clave de descifrado o, sencillamente Simon, visualizándola.Situación: Avance de la incorporación de las personas con TEA (Trastorno del Espectro Autista) a las TI (Tecnologías de la Información).
Mercury Rising (Al rojo vivo): Mírame a los ojos
Mercury Rising, basada en la novela 'Simple Simon' de Ryne Douglas Pearson, pone a Simon Lynch, un niño con TEA (Trastorno del Espectro Autista) y Síndrome del Sabio, en grave peligro tras haber visualizado un código secreto que se suponía indescifrable. Inmediatamente Simon es marcado para su extinción y pasa a ser el objetivo de una operación de 'limpieza' de la vertiente maligna de la Agencia de Seguridad Nacional (SNA) encabezada por el tajante, aguerrido y patriota Nicholas Kudrow, que hace parecer a Oliver North un miembro fundador de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU).
Lo único que se interpone entre Simon, de 9 años, y una tumba precoz es un agente del FBI, profesionalmente quemado, llamado Art Jeffries. Cualquiera que esté familiarizado con la serie Jungla de Cristal sabe que la situación está bien controlada.
Al parecer, y está a la vista, los responsables del proyecto se sintieron más atraídos por el trastorno autista de Simon que por el del Síndrome del Sabio. Miko Hughes hace una interpretación impresionante de Simon, sobre todo con sus ojos siempre evasivos, siempre mirando hacia otro lado en lugar de hacia quien le habla. El siempre infravalorado Bruce Willis [ganó el Premio Razzie 1999 al peor actor por esta película junto con Armageddon (1998, Michael Bay) y Estado de sitio (The Siege) (1998, Edward Zwick)], consigue de forma natural sugerir un proceso terapéutico que trabaja más sobre la anomia y la alienación de su propio personaje que sobre la de Simon.
No hay milagros para Simon, ni avances emocionales espectaculares para Art. Para ser testigo de la lenta simbiosis de estas dos criaturas, una que ha olvidado cómo comunicarse con otras personas y otra que siempre ha carecido de esa capacidad casi por completo, merece la pena sentarse ante la pantalla y, como corresponde a una película del competente artesano que siempre ha sido Harold Becker, dejarse llevar por una película provista de una factura adecuada, un ritmo sostenido, y una manera cuanto menos honesta de saber encajar el cúmulo de convenciones que brinda un relato, por otro lado premonitorio, de vinculación de las personas con TEA y las tecnologías de la información.
Octubre, 2013. Las empresas de tecnología descubren el potencial de los autistas.
El trastorno del espectro autista (TEA por sus siglas) afecta aproximadamente a una de cada cien personas (aunque los últimos registros apuntan a 1 de cada 59). Es un trastorno del desarrollo que se evidencia muy resumidamente en 3 factores comunes: alta dificultad en las relaciones sociales, dificultad para comunicarse y patrones de conducta estereotipados.
Las empresas del sector de tecnología de la información han descubierto el enorme potencial de las personas autistas, socialmente inmortalizado hace veinticinco años por Dustin Hoffman en "Rain Man" (1988, Barry Levinson), que dio a conocer el trastorno (aunque no todas las personas con autismo son como Rain Man), y tecnológicamente avanzado hace quince años por la excelente interpretación de Miko Hughes en "Mercury Rising (Al rojo vivo)", que muestra la línea del trastorno: incomprensión social, rutinas muy marcadas, ausencia de contacto visual, ecolalia (repetición de palabras) facilidad para descifrar enigmas y problemas al focalizarse en ello.
SAP, el fabricante alemán de software para empresas, decidió en mayo emplear en los próximos años a personas autistas para formarlas en pruebas de software y programación y ya ha seleccionado a ocho personas autistas a las que formará en los próximos meses y que comenzarán a trabajar en enero de 2014 en Alemania.
El potencial se encuentra en la capacidad de los autistas para buscar y reconocer errores porque son personas muy perfeccionistas, que gustan de los detalles y la exactitud y que pueden estar muy concentradas durante muchas horas. Los autistas tienen habilidades lógicas y analíticas muy desarrolladas, así como diligencia y tolerancia cero a los fallos. SAP quiere que hasta 2020 un 1 % de los 65.000 empleados de la compañía sean personas autistas. Esta es la misma proporción de autistas en relación con la población.
En declaraciones a la agencia Efe, la directora de Diversidad e Integración de SAP, Anka Wittenberg. dijo que comenzaron en 2011 con un proyecto similar en India, donde trabajaron con autistas y comprobaron que el autismo y la tecnología de la información congenian, especialmente en pruebas y controles de garantía de calidad.
Tras el éxito de la experiencia en India, SAP decidió hacer lo mismo en Irlanda en diciembre de 2012 y este año 2013 en Canadá y EE.UU.
SAP trabaja con Specialisterne, una iniciativa danesa cuyo objetivo es integrar en el mercado laboral a un millón de autistas que no están limitados intelectualmente. Specialisterne, cuyo fundador Thorkil Sonne es padre de un niño autista, ofrece consultores en tecnologías de la información que tienen un diagnóstico en el espectro del autismo o similares, ya sea autismo, Síndrome de Asperger, TDA, TDAH o Síndrome de Tourette. Sonne fue galardonado como empresario social del año 2012 en el Foro Económico de Davos. En España, Specialisterne inició en septiembre el primer curso de formación en Sant Cugat del Vallès (Barcelona).
Entre los clientes de Specialisterne se encuentran empresas como Microsoft, Siemens, la empresa sueca de servicios financieros Nordea y la empresa danesa de telecomunicaciones TDC. La empresa berlinesa Auticon es la primera en Alemania en emplear exclusivamente a autistas como consultores en el sector de tecnologías de la información.
Otras empresas que también ofrecen consultores de tecnologías de la información con autismo son la suiza Asperger Informatik, la holandesa Autest y la sueca Left is Right.
Vídeos
En una operación encubierta en la que se había infiltrado en un grupo de fanáticos de derechas, Art es testigo impotente de cómo un asalto inoportuno del F.B.I. provoca la muerte innecesaria de dos jóvenes hijos del líder de la secta. Desde entonces Art está marcado por un obsesivo complejo de culpa. Simon sirve como expiación de la culpa de Art y como una especie de venganza contra el sistema. La película consigue tocar todas las bases de la paranoia anarcoide de la política americana. El asedio de Waco, Texas, está conjurado por el hecho de que Art le da un puñetazo en la mandíbula a su superior del F.B.I. La operación de Mercury Rising se inició durante la Administración Reagan pero la justificación para la despiadada operación de eliminar al niño se cimenta sobre el actual impasse con Irak, cuando se cita a un agente iraquí-americano infiltrado en el núcleo de confianza de Saddam en Bagdad, un valioso activo de la seguridad estadounidense que se pondría en peligro si Simon cayera en manos de los enemigos de Estados Unidos. La película es, en teoría, el triunfo del artesano competente que sabe ofrecer un producto tan digno como discreto, y lo hace con equilibrada nobleza; así, aunque en su tramo final contiene una secuencia heredada de 'Jungla de cristal' (1988, John McTiernan) también ofrece lo mejor de sí mismo en esos dos planos finales que valen por toda la película.
Al igual que otros thrillers de los años 90, esta historia demuestra la fascinación por la persona con trastorno del espectro autista, en concreto el autista con Síndrome del Sabio, como figura que combina habilidades mentales extraordinarias con una vulnerabilidad extrema. Como en la mayoría de estos thrillers, hay una escena en la que un científico define el autismo, distinguiéndolo cuidadosamente del retraso mental y reforzando su sentido del misterio. Es como si el misterio que rodea al origen del autismo aumentara el misterio de la trama. Como observa Stuart Murray en 'Representing Autism: Culture, Narrative, Fascination', estos personajes con autismo pertenecen a "la generación de niños nacidos después de 'Rain Man', es decir, después de que se establecieran en la década de 1990 los factores genéticos de la enfermedad y en la época de los diversos sustos de las vacunas". Como niños que necesitan ser salvados, obligan a los adultos imperfectos que les rodean a ser más responsables. Como en Rain Man y Mercury Rising son estos adultos limitados, y no las personas con autismo, los que experimentan el cambio más significativo y los que aumentan su sentido de responsabilidad.