Dirigida por
Nancy MeyersAño
2006Relación con las Telecomunicaciones
Situación: El paradigma del "consumo colaborativo" (collaborative consumerism) o de la "economía compartida" (sharing economy) que se está desarrollando impulsado por la evolución hacia la interoperabilidad de la Web 2.0 y la proliferación de redes sociales en línea.Situación: La llamada en espera, una función peligrosa si no se está ducho en su manejo y gestión.
The holiday (Vacaciones): Ha sido un encuentro muy cuco
Iris: ¿Perdón?Arthur: Es cuando se conocen dos personajes en una película. Por ejemplo, un hombre y una mujer necesitan comprar algo que ponerse para dormir. Los dos acuden a la sección de pijamas para caballeros y el hombre le dice al dependiente: "sólo necesito la parte de abajo". Y la mujer dice: "yo sólo la de arriba". Entonces se miran... y es un encuentro cuco.
Esta frase en boca de Arthur, no el soltero de oro sino el encantador guionista de la era dorada de Hollywood, es la clave de esta película de encuentros fortuitos que cucamente brindan la oportunidad de un nuevo romance revitalizador. El punto de partida es el intercambio de casas durante las vacaciones de Navidad, a partir del cual dos desconocidas, Amanda e Iris, van a encontrar la oportunidad de reconducir sus vidas, no muy afortunadas en lo amoroso. Viento, lágrimas y almíbar van definiendo unos personajes bien perfilados por los diálogos de una narración de 138 minutos que a modo de historias paralelas va cruzando el Atlántico, de Los Angeles a Surrey y viceversa. También hay ocasión para una oportuna confusión en el uso de la llamada en espera. Pero, extra-bonus, Vacaciones, contiene dosis de metacine (cine dentro del cine): Amanda tiene visiones sobre su porvenir en modo 'tráiler', Miles tiene su momento banda sonora original en un videoclub y Arthur aprovecha cada una de sus escenas para poner el punto de guion sobre la í del momento, aparte de ponerse una medalla por méritos propios en Casablanca (1942, Michael Curtiz).
Iris: Si no estás ocupado, ¿quieres cenar conmigo?
Arthur: ¿Ocupado? Cielo, no he estado ocupado desde el año 1978.
La chispa que dio vida a esta comedia romántica de la guionista-directora Nancy Meyers saltó en 2004 cuando, intentando planear unas vacaciones, descubrió por casualidad una página web especializada en el intercambio de casas de ciudades, países y continentes diferentes. Meyers: "No tenía ni idea de que existiese una cosa así. De pronto me encontré con unas casas fantásticas, pero no tardé en darme cuenta de que tenía que dejar la mía para conseguir una. Aún así la idea de intercambiar casas me pareció un fantástico punto de partida para dos mujeres que huyen de algo".
La lógica espacial del intercambio de casas: una aproximación a las nuevas geografías de lo cotidiano en el turismo contemporáneo (extracto del artículo, con datos de 2013, publicado el 20 de julio de 2014 en www.ub.edu)
Durante la última década, el intercambio de casa ha ido imponiéndose para un número creciente de viajeros como una alternativa atractiva a la oferta comercial de alojamiento. Se trata de un nuevo concepto de hospitalidad que se puede enmarcar adentro del paradigma emergente del "consumo colaborativo", impulsado por la evolución hacia la interoperabilidad de la Web 2.0 y la proliferación de redes sociales en línea. A la vez reflejo de un cambio social y enfrentamiento de estructuras consolidadas de poder y agentes, este fenómeno puede contribuir a enriquecer el debate académico sobre las movilidades, y en particular sobre el turismo como forma de movilización de lugares a través del carácter transitorio de sus vivencias, y de la negociación de diferentes poblaciones.
El intercambio de casa, un nuevo concepto de hospitalidad según el cual dos partes acuerdan ocupar la propiedad de la otra parte durante un periodo determinado, es un fenómeno relativamente reciente y en constante desarrollo, tanto cuantitativa como cualitativamente. Aunque se trate de un fenómeno no totalmente inédito, por lo menos a nivel informal entre familiares y amigos, el intercambio organizado entre personas sin vínculos sociales o familiares previos toma impulso en los primeros años 1950, cuando se constituyen las primeras comunidades de intercambio. Hasta la década de los 1990 permanece una opción para un número limitado de personas: una experiencia, de alguna forma, elitista. La difusión de Internet y, concretamente, su evolución hacia la interoperabilidad en la primera década del siglo XXI, reduciendo radicalmente los costes de transacción y extendiendo de forma ilimitada las redes de intercambio, han permitido un salto de escala de esta modalidad hasta la popularidad global de que goza en la actualidad.
No se trata de un fenómeno aislado entre las nuevas tendencias de la sociología del consumo: de hecho, encaja de forma ejemplar en el paradigma del "consumo colaborativo" (collaborative consumerism) o de la "economía compartida" (sharing economy) que se está desarrollando en muchos ámbitos de la sociedad y de la vida cotidiana. La difusión de estos modelos se entiende a raíz de factores socioculturales y tecnológicos, y se inserta en las contingencias de la crisis económica difusa que ha afectado a las oportunidades de viajar de sectores de la clase media en muchos países, especialmente jóvenes en formación y profesiones liberales. Se trata de viajeros expertos y conectados, proclives al consumo responsable, caracterizados por un alto nivel de confianza hacia los demás miembros de la comunidad y cierta familiaridad con Internet y el comercio en línea, exigentes en cuanto a la calidad de sus experiencias turísticas, ya acostumbrados a vincular destinos de elección y formas de hospitalidad con la visita de familiares y amigos en el contexto de más extensos entornos relacionales de carácter "líquido" y reticular. No es sorprendente, pues, que éstos hayan dado el salto al consumo colaborativo aprovechando las oportunidades de compartimiento y co-producción propias de las plataformas Internet 2.0.
Asistimos así a la proliferación de sitios web donde se pueden encontrar alternativas a la oferta comercial de servicios turísticos: sobre todo -pero no exclusivamente- en el campo del alojamiento, desde los más generalistas hasta los que se diferencian por mercados geográficos o comunidades de usuarios: por género y tendencias sexuales, cultura y religión, o intereses profesionales. Merece la pena citar también el CouchSurfing, fenómeno global cuya difusión en los últimos años (se estiman 5.5 millones de usuarios en la actualidad) es particularmente popular entre los viajeros más jóvenes; esta comunidad virtual, cuyo concepto fundamental es la hospitalidad en el sentido literal de la palabra, nace, según sus fundadores, para promover relaciones transfronterizas e interculturales entre personas con ideas afines. En cambio, las plataformas de alquiler de habitaciones en pisos compartidos o apartamentos enteros, que usan un sistema "social" de búsqueda y gestión se insertan en la línea de una evolución hacia modelos "híbridos" de hospitalidad a la vez informal y comercial. En esta línea se incluyen asimismo plataformas virtuales donde los viajeros pueden encontrar ofertas de actividades realizadas con (o por) lugareños.
La página más popular del sector en términos de afiliados, y paradigma del modelo general y "puro" de intercambio de vivienda, incluyendo las varias plataformas nacionales en diferentes idiomas en que se apoya, cuenta actualmente con más de 46.000 anuncios activos, y más de 230.000 subscripciones desde su creación en 1992. Subscribiendo una cuota anual, los usuarios pueden publicar un perfil en línea subiendo informaciones e imágenes de ellos mismos y de la vivienda ofrecida (ubicación, dimensiones, tipología de vivienda, números de camas, instalaciones, y una descripción del área o del barrio donde se ubica). En la mayoría de los casos se trata de primeras residencias, pero es también frecuente la oferta de segundas casas o de "cuotas" de complejos multi-propiedad. El "paquete" suele incluir la disponibilidad temporal de otros bienes y servicios, como el automóvil, una plaza de aparcamiento o el acceso a instalaciones deportivas, bicicletas, barcos, etc. ofreciendo así la posibilidad de canalizar una parte no despreciable del presupuesto disponible hacia otras tipologías de gastos en el destino. Finalmente, los ofertantes pueden indicar fechas disponibles y destinos preferidos, aunque son muchos los que se declaran dispuestos a considerar cualquier propuesta.
Vídeos
Iris: He comprobado que casi todo lo que se ha escrito sobre el amor es cierto. Shakespeare dijo: 'los viajes terminan con el encuentro de los enamorados', qué idea más extraordinaria. Personalmente nunca he experimentado nada ni remotamente parecido a eso pero estoy convencida de que Shakespeare sí. Supongo que pienso en el amor más de lo que debería. Me admira constantemente su abrumador poder de alterar y definir nuestras vidas. También fue Shakespeare quien dijo que el amor es ciego. Pues bien, estoy segura de que eso es verdad. Para algunas personas, de forma inexplicable, el amor se apaga. Para otras, el amor sencillamente se va. Si bien es cierto, por supuesto, que el amor también puede encontrarse, aunque sea solo por una noche. Sin embargo, existe otra clase de amor, el más cruel, aquel que prácticamente mata a sus víctimas. Se llama amor no correspondido. Y en ese apartado soy toda una experta. La mayoría de historias de amor hablan de personas que se enamoran entre sí, pero, ¿qué pasa con los demás? ¿Quién cuenta nuestra historia? La de aquellos que nos enamoramos solos, somos víctimas de una aventura unilateral, somos los malditos de los seres queridos, los seres no queridos, los heridos que se valen por sí mismos, los discapacitados sin plaza de aparcamiento reservada. Sí, estáis viendo a una de estas personas.
Amanda Woods, propietaria de una próspera agencia de publicidad dedicada a la creación de tráilers de películas, vive en Brentwood, en el sur de California. Iris Simpkins, encargada de redactar la popular columna de bodas para el London Daily Telegraph, vive en Rosehill Cottage, una encantadora casa en Surrey, en plena campiña inglesa. Iris y Amanda viven a diez mil kilómetros de distancia pero las dos han llegado al mismo punto en sus vidas. Con la Navidad a la vuelta de la esquina ninguna está de humor para entonar villancicos y piensan que necesitan alejarse lo máximo posible de sus respectivos novios. Amanda encuentra por Google una página web especializada en el intercambio de casas. Está convencida de que la casita de Iris es el antídoto perfecto para sus problemas. Sin pensarlo mucho, Iris y Amanda acuerdan cambiar de continente y prestarse sus casas durante dos semanas. Iris llega a Los Ángeles un espléndido día soleado y cálido. Al poco de instalarse en casa de Amanda, traba amistad con Arthur, un famoso guionista de la era dorada de Hollywood, y con Miles, un compositor que trabaja con el exnovio de Amanda. En Inglaterra, Amanda empieza disfrutando de la cómoda soledad de los campos nevados pero el clima no se parece en nada al de la soleada California y justo cuando se dispone a preparar la maleta de vuelta a casa, Graham, el hermano de Iris, llama a la puerta. Inesperadamente, las dos mujeres descubren que los mejores viajes son aquellos en los que se deja todo atrás. Y la música de Hans Zimmer da la nota.
Amanda e Iris son dos mujeres opuestas en casi todo, excepto en sus desastrosas vidas sentimentales. Amanda, casi permanentemente anestesiada contra todo sentimiento, vive en una opulenta casa de Los Ángeles. Iris, una romántica redomada e ingenua, vive en una acogedora casita de campo inglesa. Cuando ambas se topan con un desengaño amoroso que hace tambalear sus vidas, buscan una ocasión de recomponerlas a través de una página web de intercambio de casas por una temporada. Dos semanas y un cambio de residencia pueden ser una buena solución que, como no puede ser de otra manera, se plantea ante la pantalla de Google, se perfila con unos clics sobre los resultados mostrados por el buscador y, ya en la página especializada, se afina en chat en línea.
Llamada en espera, diablillo juguetón, una función peligrosa si no se está ducho en su manejo y gestión.
Arthur (a Iris): En las películas, están la protagonista y las amigas de la chica; tú eres la protagonista pero no sé porqué te empeñas en ser la amiga de la chica.
El veterano guionista Arthur Abbott rememora los papeles que escribió para grandes estrellas femeninas de la época en que las heroínas de Hollywood tenían mucho carácter. Para que Iris aprenda de estas mujeres admirables, le pide que vaya al videoclub a por unas cuantas películas clásicas. Después de estudiar a Barbara Stanwyck en 'Las tres noches de Eva' (1941, Preston Sturges), a Rosalind Russell en 'Luna nueva' (1940, Howard Hawks) o a Irene Dunne en 'La pícara puritana' (1937, Leo McCarey), Iris empieza a entender de qué está hablando. Arthur no solo ejerce la función de mentor de Iris, sino que para el espectador aporta algunos agudos diálogos que en cierta medida explican la función y mecánica de las comedias románticas modernas. Y, siempre, añadiendo un toque de contraste entre lo que el cine fue, en lo que se ha convertido y en lo que él no quiere convertirse.
I remember when nine movies would open in a month!
La banda sonora de una película también tiene su corazoncito. Esta escena en el videoclub lo reivindica y, de paso, introduce dos cameos, uno visual en lo actoral -la carátula de 'El graduado' (1967, Mike Nichols) da paso al cameo de Dustin Hoffman- y otro verbal en lo musical -al mostrar la carátula de 'Paseando a Miss Daisy' (1989, Bruce Beresford) Miles menciona al autor de la BSO y Hans Zimmer es, también, el autor de la BSO de Vacaciones-.
Two notes and you've got a villain!
Arthur Abbott: [Reaches stairs to stage, Miles's theme music comes on] I'll do it.
[Climbs up stairs, give Iris a thumbs up at the top]
Arthur Abbott: [Addressing the audience] Thank you. Thank you, thank you. I'm absolutely overwhelmed... that I could climb those stairs.
[Audience laughs]
Arthur Abbott: I came to Hollywood over 60 years ago, and immediately fell in love with motion pictures. And it's a love affair that's lasted a lifetime. When I first arrived in Tinseltown, there were no cineplexes or multiplexes. No such thing as a Blockbuster or DVD. I was here before conglomerates owned the studios. Before pictures had special effects teams. And definitely before box office results were reported like like baseball scores on the nightly news.